Según la teoría dominante un asteroide de grandes proporciones se
estrelló en las cercanías de lo que hoy es la península del Yucatán
hace 65 millones de años. Esta colisión levantó grandes nubes de
polvo y cenizas que habrían oscurecido la luz del sol y por tanto
alterado la función fotosintética y la labor de los productores
primarios. Esto habría tenido como consecuencia la disrupción de
los ecosistemas terrestres y habría derivado finalmente en una
extinción masiva. Los dinosaurios habrían desaparecido justo en ese
momento.
Esta teoría se ha puesto en cuestión y algunos estudios revelan que los dinosaurios ya tenían problemas antes de este evento. Sin embargo, la teoría tuvo éxito en su momento en el mundo académico y fue propuesta para explicar otras extinciones masivas.
Según el registro fósil sobre la Tierra ha habido 5 extinciones masivas importantes (hubo muchas otras más pequeñas). Parece existir una periodicidad en este asunto, por eso no es de extrañar que se propusiera el impacto de meteoritos para explicar todas ellas. Según esta idea la influencia periódica de una estrella cercana o alguna otra causa astronómica perturbaría el sistema solar, lanzando objetos de la nube de Oort o del cinturón de Kuiper hacia el sistema solar interior. Eventualmente alguno de estos objetos impactaría sobre la Tierra produciendo la correspondiente extinción masiva.
Sin embargo, hay pruebas de que en otras extinciones masivas pudo haber otras circunstancias en juego.
Según David Bottjer de University of Southern California al menos las cuatro extinciones masivas distintas a las del KT pudieron tener otras causas distintas a las del meteorito. Así por ejemplo Bottjer y otros investigadores sugirieron en el pasado que la extinción del Pérmico de hace 250 millones de años sucedió porque la Tierra "se puso enferma". De este modo las causas serían endógenas, en lugar de venir del espacio exterior.
Ahora, en su última estudio, sugiere que un caso similar pasó en la extinción del Triásico-Jurásico de hace 200 millones de años.
En el congreso anual de la Sociedad Americana de Geología de este año Sarah Greene sugiere un escenario similar para las condiciones oceánicas en el tiempo en el que se dieron tanto la extinción del final del Pérmico-Triásico como la extinción Triásico-Jurásico. En esos dos momentos aparecieron estructuras en forma de ramos de aragonito que crecieron en el fondo oceánico. Estas estructuras de esta clase de mineral son extremadamente raras en la historia geológica del planeta.
Según Green, el hecho de que ambos depósitos se hayan encontrado en esos dos momentos específicos del tiempo, justo cuando se dieron extinciones masivas sugiere que al menos debieron de compartir la misma química oceánica y que ésta debe de estar ligada a la causa de esas dos extinciones.
Aunque ya hay varias teorías que explican la extinción del Pérmico-Triásico todavía no se tiene una buena teoría que explique la extinción del Triásico-Jurásico.
En ese mismo congreso Rowan Martindale presentó sus resultados sobre arrecifes de coral durante la extinción Triásico-Jurásico. En aquella época los arrecifes de coral eran muy similares a los del presente, pero todos desaparecieron en la extinción.
Martindale ha identificado dos clases de arrecifes: unos dominados por coral y otros dominados por lodo y detritus probablemente mantenidos cohesionados gracias a la acción bacteriana. Una teoría que explique esta extinción debe de explicar la extinción de ambos tipos arrecifes.
Cualquier pista sobre la desaparición de esos arrecifes podría ayudar a entender el declive del coral causado por el cambio climático actual.
Estos resultados se suman a lo ya afirmado por otros investigadores y que fueron reseñados en esta web. Según Peters Shanan, de la Universidad de Wisconsin-Madison, la explicación para todas estas extinciones está en el océano y, en particular, en la relación entre el nivel del mar y los sedimentos a lo largo del tiempo geológico. Los cambios en el ambiente marino relacionados con el nivel del mar ejercen una influencia sobre las tasas de extinción que, en general, determinan la composición de la vida en los océanos.
Otras teorías se basan en la actividad volcánica y/o en la presencia de gases arrojados por esta actividad geológica. Algunas sugieren incluso que fue el dióxido de carbono el que produjo alguna de estas extinciones, precisamente el mismo gas que ahora estamos arrojando nosotros. En todo caso, con o sin cambio climático, parece que ya nos encontramos en medio de la sexta gran extinción.
Esta teoría se ha puesto en cuestión y algunos estudios revelan que los dinosaurios ya tenían problemas antes de este evento. Sin embargo, la teoría tuvo éxito en su momento en el mundo académico y fue propuesta para explicar otras extinciones masivas.
Según el registro fósil sobre la Tierra ha habido 5 extinciones masivas importantes (hubo muchas otras más pequeñas). Parece existir una periodicidad en este asunto, por eso no es de extrañar que se propusiera el impacto de meteoritos para explicar todas ellas. Según esta idea la influencia periódica de una estrella cercana o alguna otra causa astronómica perturbaría el sistema solar, lanzando objetos de la nube de Oort o del cinturón de Kuiper hacia el sistema solar interior. Eventualmente alguno de estos objetos impactaría sobre la Tierra produciendo la correspondiente extinción masiva.
Sin embargo, hay pruebas de que en otras extinciones masivas pudo haber otras circunstancias en juego.
Según David Bottjer de University of Southern California al menos las cuatro extinciones masivas distintas a las del KT pudieron tener otras causas distintas a las del meteorito. Así por ejemplo Bottjer y otros investigadores sugirieron en el pasado que la extinción del Pérmico de hace 250 millones de años sucedió porque la Tierra "se puso enferma". De este modo las causas serían endógenas, en lugar de venir del espacio exterior.
Ahora, en su última estudio, sugiere que un caso similar pasó en la extinción del Triásico-Jurásico de hace 200 millones de años.
En el congreso anual de la Sociedad Americana de Geología de este año Sarah Greene sugiere un escenario similar para las condiciones oceánicas en el tiempo en el que se dieron tanto la extinción del final del Pérmico-Triásico como la extinción Triásico-Jurásico. En esos dos momentos aparecieron estructuras en forma de ramos de aragonito que crecieron en el fondo oceánico. Estas estructuras de esta clase de mineral son extremadamente raras en la historia geológica del planeta.
Según Green, el hecho de que ambos depósitos se hayan encontrado en esos dos momentos específicos del tiempo, justo cuando se dieron extinciones masivas sugiere que al menos debieron de compartir la misma química oceánica y que ésta debe de estar ligada a la causa de esas dos extinciones.
Aunque ya hay varias teorías que explican la extinción del Pérmico-Triásico todavía no se tiene una buena teoría que explique la extinción del Triásico-Jurásico.
En ese mismo congreso Rowan Martindale presentó sus resultados sobre arrecifes de coral durante la extinción Triásico-Jurásico. En aquella época los arrecifes de coral eran muy similares a los del presente, pero todos desaparecieron en la extinción.
Martindale ha identificado dos clases de arrecifes: unos dominados por coral y otros dominados por lodo y detritus probablemente mantenidos cohesionados gracias a la acción bacteriana. Una teoría que explique esta extinción debe de explicar la extinción de ambos tipos arrecifes.
Cualquier pista sobre la desaparición de esos arrecifes podría ayudar a entender el declive del coral causado por el cambio climático actual.
Estos resultados se suman a lo ya afirmado por otros investigadores y que fueron reseñados en esta web. Según Peters Shanan, de la Universidad de Wisconsin-Madison, la explicación para todas estas extinciones está en el océano y, en particular, en la relación entre el nivel del mar y los sedimentos a lo largo del tiempo geológico. Los cambios en el ambiente marino relacionados con el nivel del mar ejercen una influencia sobre las tasas de extinción que, en general, determinan la composición de la vida en los océanos.
Otras teorías se basan en la actividad volcánica y/o en la presencia de gases arrojados por esta actividad geológica. Algunas sugieren incluso que fue el dióxido de carbono el que produjo alguna de estas extinciones, precisamente el mismo gas que ahora estamos arrojando nosotros. En todo caso, con o sin cambio climático, parece que ya nos encontramos en medio de la sexta gran extinción.
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