Las nuevas técnicas moleculares están haciendo replantearse a los científicos el alcance del conocimiento que se posee sobre la biodiversidad en territorios tan bien explorados como Europa o Norteamérica. Así, no es extraño que en pleno siglo XXI se describan nuevos vertebrados después de estudiar con más profundidad algunas especies. Es el caso de la lagartija cenicienta, un pequeño lacértido presente en la península Ibérica y sureste de Francia, para el que se habían propuesto dos subespecies.
Un equipo liderado por investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), en el que ha participado el Instituto Pirenaico de Ecología (CSIC), el Centro de Investigaciones Biológicas (CSIC), la Universidad de Lausana, el Museo de Historia Natural de Londres y la Fundación Araid, ha estudiado la evolución de tres linajes de lagartija cenicienta con un enfoque integrador que reúne datos genéticos, morfológicos y ambientales. Sus resultados se han publicado en la revista BMC Evolutionary Biology.
A partir de los análisis filogenéticos realizados con ADN mitocondrial y nuclear se han encontrado tres linajes principales en la lagartija cenicienta: P. hispanicus edwardsianus, y P. hispanicus hispanicus (linaje central y occidental). No obstante, desde el punto de vista morfológico, el linaje occidental ha mostrado rasgos intermedios entre el linaje central y el edwardsianus.
Una nueva especie de lagartija
"La divergencia genética unida a las diferencias morfológicas y en el nicho ecológico del linaje central, nos permiten postular que los linajes central y occidental pueden ser dos especies válidas. De hecho, el linaje occidental Psammodromus occidentalis acaba de ser aceptado como una nueva especie, tal y como recoge la revista Zootaxa", señala Patrick Fitze, investigador del MNCN.
Según el reloj molecular -una técnica genética que permite estimar el tiempo evolutivo a partir del número de diferencias entre dos secuencias de ADN- la divergencia entre los linajes central y edwardsianus tuvo lugar hace aproximadamente unos 4,8 millones de años. Por otra parte, la separación entre el ancestro de estos dos linajes y la rama occidental, ahora considerada una nueva especie Psammodromus occidentalis, se calcula que ocurrió mucho antes, hace unos 8,3 millones de años.
Estos hallazgos sugieren que en la primera separación del grupo, ocurrida en el Mioceno, el aislamiento geográfico provocado por la formación del valle del Guadalquivir pudo jugar un importante papel. Sin embargo, la diversificación posterior -a principios del Plioceno- parece estar más relacionada con la ecología y más concretamente con la divergencia del nicho ecológico. Existen evidencias de que esta divergencia es más acusada en el linaje central, lo que pudo impedir el flujo genético con su linaje hermano, facilitando de este modo la especiación.
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