Aunque sus hallazgos no demuestran que los babuinos sean capaces de
leer (puesto que no relacionaron las palabras con significados o
sonidos), no deja de tratarse de un logro destacado, pues demuestra
que los avispados babuinos son capaces de realizar el primer paso
de la lectura: reconocer patrones recurrentes y determinar qué
combinaciones de letras constituyen palabras y cuáles carecen de
significado.
Los resultados, publicados en la revista Science, sugieren que parte de los procesos mentales que tienen lugar al leer habrían evolucionado fuera de los centros especializados en el lenguaje que sólo posee el encéfalo humano. Además, este estudio indica que las primeras fases de la lectura podrían ser mucho más instintivas, y que los primates no humanos podrían ser más inteligentes, de lo que se creía hasta ahora.
El autor principal del estudio, Jonathan Grainger, explicó que se escogió el inglés al ser la lengua de la ciencia . Su equipo llevó a cabo 300 000 pruebas con seis babuinos. De media, los seis consiguieron distinguir entre palabras reales y palabras inventadas tres de cada cuatro veces. El babuino que sacó mejor nota fue Dan, de cuatro años de edad, que acertó el 80 % de las palabras y llegó a aprender 308 palabras de 4 letras.
En los experimentos, las palabras aparecían en una pantalla y cada babuino tenía que indicar si eran reales o inventadas. Los animales recibían alimentos como recompensa cuando pulsaban el punto correcto de la pantalla: un signo positivo de color azul para las palabras inventadas, y un óvalo verde para las verdaderas.
«Lo más destacado es que estos animales no aprendieron simplemente por ensayo y error qué combinaciones de letras eran correctas; también se percataron de letras que suelen combinarse para formar palabras reales, como por ejemplo SH, a diferencia de FX», comentó Grainger. «De este modo, cuando se les mostraron palabras nuevas, el grado de acierto también fue bastante bueno.»
Grainger admitió que el encéfalo de los babuinos podría poseer una capacidad previa que les habría permitido reconocer patrones y objetos, y que éste podría ser el motivo de que los humanos aprendieran primero a leer . Al parecer, el encéfalo de algunos primates no humanos está mucho mejor preparado de lo que se creía para reconocer palabras escritas, una capacidad que hasta ahora se habría subestimado gravemente . Otro de los autores, Joel Fagot, señaló que los babuinos han demostrado «habilidades cognitivas sorprendentes de manera repetida».
El experimento incluyó un aspecto crucial para su éxito, un cambio en la técnica de experimentación: los babuinos no se colocaron a la fuerza frente a los ordenadores para someterse a las pruebas, sino que dependía de ellos cuándo sentarse a «trabajar», es decir, cada babuino podía sentarse en una de las diez cabinas con ordenadores cuando quisiera. Los animales más «aplicados» llegaron a realizar la prueba 3 000 veces al día, por sólo 400 los más «perezosos».
Los resultados, publicados en la revista Science, sugieren que parte de los procesos mentales que tienen lugar al leer habrían evolucionado fuera de los centros especializados en el lenguaje que sólo posee el encéfalo humano. Además, este estudio indica que las primeras fases de la lectura podrían ser mucho más instintivas, y que los primates no humanos podrían ser más inteligentes, de lo que se creía hasta ahora.
El autor principal del estudio, Jonathan Grainger, explicó que se escogió el inglés al ser la lengua de la ciencia . Su equipo llevó a cabo 300 000 pruebas con seis babuinos. De media, los seis consiguieron distinguir entre palabras reales y palabras inventadas tres de cada cuatro veces. El babuino que sacó mejor nota fue Dan, de cuatro años de edad, que acertó el 80 % de las palabras y llegó a aprender 308 palabras de 4 letras.
En los experimentos, las palabras aparecían en una pantalla y cada babuino tenía que indicar si eran reales o inventadas. Los animales recibían alimentos como recompensa cuando pulsaban el punto correcto de la pantalla: un signo positivo de color azul para las palabras inventadas, y un óvalo verde para las verdaderas.
«Lo más destacado es que estos animales no aprendieron simplemente por ensayo y error qué combinaciones de letras eran correctas; también se percataron de letras que suelen combinarse para formar palabras reales, como por ejemplo SH, a diferencia de FX», comentó Grainger. «De este modo, cuando se les mostraron palabras nuevas, el grado de acierto también fue bastante bueno.»
Grainger admitió que el encéfalo de los babuinos podría poseer una capacidad previa que les habría permitido reconocer patrones y objetos, y que éste podría ser el motivo de que los humanos aprendieran primero a leer . Al parecer, el encéfalo de algunos primates no humanos está mucho mejor preparado de lo que se creía para reconocer palabras escritas, una capacidad que hasta ahora se habría subestimado gravemente . Otro de los autores, Joel Fagot, señaló que los babuinos han demostrado «habilidades cognitivas sorprendentes de manera repetida».
El experimento incluyó un aspecto crucial para su éxito, un cambio en la técnica de experimentación: los babuinos no se colocaron a la fuerza frente a los ordenadores para someterse a las pruebas, sino que dependía de ellos cuándo sentarse a «trabajar», es decir, cada babuino podía sentarse en una de las diez cabinas con ordenadores cuando quisiera. Los animales más «aplicados» llegaron a realizar la prueba 3 000 veces al día, por sólo 400 los más «perezosos».
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