El humo producido propagó numerosos tipos de materiales radiactivos en gran parte de Europa, especialmente los radionucleidos de cesio-137 y yodo-131. Este último tiene una vida media de ocho días mientras que el cesio-137 tiene una vida media de 30 años, siendo todavía medible en el suelo y algunos alimentos en muchas partes de Europa. Para sellar las fugas y cortar las emisiones radiactivas se construyó en 206 días un sarcófago de hormigón que encerró al reactor. Concebido para un uso útil de 30 años, las inclemencias atmosféricas han degradado su estructura, produciéndose grietas, liberándose polvo radiactivo.
Consecuencias
Los materiales radiactivos liberados a la atmósfera se estimaron en unas 500 veces mayores que los de la bomba atómica arrojada en Hiroshima en 1945, causando la muerte directa de 31 personas. La nube radiactiva forzó a la evacuación de 116.000 personas en los meses posteriores a la catástrofe y otras 220.00 personas fueron reubicadas en los años siguientes.
Se estima que 350.000 personas participaron inicialmente en la contención y limpieza del accidente entre 1986 y 1987, incluyendo el ejército, el personal de la central, la policía local y los bomberos. Entre ellos, unos 240.000 trabajadores participaron en las importantes actividades de mitigación en el reactor y dentro de un radio de 30 km alrededor del mismo. En años sucesivos, el número de inscritos o "liquidadores" se elevó a 600.000. Todas ellas recibieron diferentes dosis de radiación.
Dos mil pueblos y aldeas fueron evacuados y más de 400.000 personas han sido trasladadas de sus hogares desde 1986. Tres décadas más tarde, otros 70.000 están esperando para su evacuación. La zona de exclusión, conocido como "Valle de la Muerte", se ha aumentado de 30 a 70 kilómetros cuadrados y ningún ser humano jamás será capaz de vivir en él de nuevo. Algunos de los contaminantes que infectan el suelo y el aire, como el plutonio, tienen una vida media de 24.400 años.
Enfermedades Derivadas
La radiación transfiere energía a las moléculas de las células de los tejidos, haciendo que las funciones de las células pueden deteriorarse de forma temporal o permanente, ocasionando incluso la muerte de las mismas. La gravedad de la lesión depende del tipo de radiación, de la dosis absorbida, de la velocidad de absorción y de la sensibilidad del tejido frente a la radiación. Los efectos de la radiación son los mismos, tanto si ésta procede del exterior, como si procede de un material radiactivo situado en el interior del cuerpo.
La irradiación de zonas concretas del cuerpo produce daños locales en los tejidos. Se lesionan los vasos sanguíneos de las zonas expuestas alterando las funciones de los órganos. Cantidades más elevadas, desembocan en necrosis (zonas de tejido muerto) y gangrena.
Una cantidad de radiación superior a 40 Grays (Gy) produce un deterioro severo en el sistema vascular humano, que desemboca en edema cerebral, trastornos neurológicos y coma profundo, muriendo el individuo en las 48 horas siguientes. Cuando el organismo absorbe entre 10 y 40 Gy de radiación se produce la pérdida de fluidos y electrolitos que pasan a los espacios intercelulares y al tracto gastrointestinal, muriendo el individuo en los diez días siguientes a consecuencia del desequilibrio osmótico, del deterioro de la médula ósea y de la infección terminal. Si la cantidad absorbida oscila entre 1,5 y 10 Gy, se destruye la médula ósea provocando infección y hemorragia. La persona puede morir cuatro o cinco semanas después de la exposición.
Debido a que la tiroides toma selectivamente concentraciones extremas de lo que es un elemento relativamente escaso, es muy sensible a los efectos de isótopos radiactivos del yodo, producidos por la fisión nuclear. La tiroxina, hormona más importante que produce la tiroides y que contiene yodo, controla la producción de energía en el cuerpo (tasa metabólica basal) y hace que los tejidos se desarrollen en las formas y proporciones adecuadas. Diversos estudios científicos han constatado que la acumulación de yodo- 131 ha propiciado el desarrollo de cánceres de tiroides, teniendo las mujeres un riesgo mayor que los varones, al igual que los sujetos que estuvieron expuestos a una edad más temprana.
A cada niño que vive en una institución, como un orfanato o asilo mental, se le asigna sólo 1 € al día para vivir…
La incidencia de enfermedades es muy elevada entre los 600.000 liquidadores, especialmente entre los que recibieron mayores dosis. Estudios han constatado que la exposición a dosis bajas de radiación puede causar cambios en el ADN humano, transmitiéndose a las generaciones futuras. Los hijos de los "liquidadores" padecen mutaciones genéticas anormalmente altas. En Ucrania, los niños nacidos desde 1986 se ven afectados por un aumento del 200% en los defectos de nacimiento, por mutaciones, y un aumento del 250% en las deformidades congénitas de nacimiento, producidas por el mal funcionamiento del tiroides.
El 85% de los niños bielorrusos llevan "marcadores genéticos" que pueden afectar su salud en cualquier momento y que pueden pasar a la siguiente generación. Los médicos de Bielorrusia han documentado un aumento del 200% en cáncer de mama, un aumento del 100% en la incidencia de cáncer y leucemia, y un aumento del 2.400% en la incidencia de cáncer de tiroides.
El accidente de Chernobyl es considerado como el peor accidente nuclear en la historia, y es uno de los dos clasificados como nivel 7 según la escala internacional de sucesos nucleares (el otro es el incidente nuclear de Fukushima I (Japón), que se considera mucho menos grave). Lamentable, la información inicial sobre el accidente y la dispersión resultante del material radiactivo, así como la realización de estudios posteriores de incidencia disponible es poco fiable…
Consecuencias
Los materiales radiactivos liberados a la atmósfera se estimaron en unas 500 veces mayores que los de la bomba atómica arrojada en Hiroshima en 1945, causando la muerte directa de 31 personas. La nube radiactiva forzó a la evacuación de 116.000 personas en los meses posteriores a la catástrofe y otras 220.00 personas fueron reubicadas en los años siguientes.
Se estima que 350.000 personas participaron inicialmente en la contención y limpieza del accidente entre 1986 y 1987, incluyendo el ejército, el personal de la central, la policía local y los bomberos. Entre ellos, unos 240.000 trabajadores participaron en las importantes actividades de mitigación en el reactor y dentro de un radio de 30 km alrededor del mismo. En años sucesivos, el número de inscritos o "liquidadores" se elevó a 600.000. Todas ellas recibieron diferentes dosis de radiación.
Dos mil pueblos y aldeas fueron evacuados y más de 400.000 personas han sido trasladadas de sus hogares desde 1986. Tres décadas más tarde, otros 70.000 están esperando para su evacuación. La zona de exclusión, conocido como "Valle de la Muerte", se ha aumentado de 30 a 70 kilómetros cuadrados y ningún ser humano jamás será capaz de vivir en él de nuevo. Algunos de los contaminantes que infectan el suelo y el aire, como el plutonio, tienen una vida media de 24.400 años.
Enfermedades Derivadas
La radiación transfiere energía a las moléculas de las células de los tejidos, haciendo que las funciones de las células pueden deteriorarse de forma temporal o permanente, ocasionando incluso la muerte de las mismas. La gravedad de la lesión depende del tipo de radiación, de la dosis absorbida, de la velocidad de absorción y de la sensibilidad del tejido frente a la radiación. Los efectos de la radiación son los mismos, tanto si ésta procede del exterior, como si procede de un material radiactivo situado en el interior del cuerpo.
La irradiación de zonas concretas del cuerpo produce daños locales en los tejidos. Se lesionan los vasos sanguíneos de las zonas expuestas alterando las funciones de los órganos. Cantidades más elevadas, desembocan en necrosis (zonas de tejido muerto) y gangrena.
Una cantidad de radiación superior a 40 Grays (Gy) produce un deterioro severo en el sistema vascular humano, que desemboca en edema cerebral, trastornos neurológicos y coma profundo, muriendo el individuo en las 48 horas siguientes. Cuando el organismo absorbe entre 10 y 40 Gy de radiación se produce la pérdida de fluidos y electrolitos que pasan a los espacios intercelulares y al tracto gastrointestinal, muriendo el individuo en los diez días siguientes a consecuencia del desequilibrio osmótico, del deterioro de la médula ósea y de la infección terminal. Si la cantidad absorbida oscila entre 1,5 y 10 Gy, se destruye la médula ósea provocando infección y hemorragia. La persona puede morir cuatro o cinco semanas después de la exposición.
Debido a que la tiroides toma selectivamente concentraciones extremas de lo que es un elemento relativamente escaso, es muy sensible a los efectos de isótopos radiactivos del yodo, producidos por la fisión nuclear. La tiroxina, hormona más importante que produce la tiroides y que contiene yodo, controla la producción de energía en el cuerpo (tasa metabólica basal) y hace que los tejidos se desarrollen en las formas y proporciones adecuadas. Diversos estudios científicos han constatado que la acumulación de yodo- 131 ha propiciado el desarrollo de cánceres de tiroides, teniendo las mujeres un riesgo mayor que los varones, al igual que los sujetos que estuvieron expuestos a una edad más temprana.
A cada niño que vive en una institución, como un orfanato o asilo mental, se le asigna sólo 1 € al día para vivir…
La incidencia de enfermedades es muy elevada entre los 600.000 liquidadores, especialmente entre los que recibieron mayores dosis. Estudios han constatado que la exposición a dosis bajas de radiación puede causar cambios en el ADN humano, transmitiéndose a las generaciones futuras. Los hijos de los "liquidadores" padecen mutaciones genéticas anormalmente altas. En Ucrania, los niños nacidos desde 1986 se ven afectados por un aumento del 200% en los defectos de nacimiento, por mutaciones, y un aumento del 250% en las deformidades congénitas de nacimiento, producidas por el mal funcionamiento del tiroides.
El 85% de los niños bielorrusos llevan "marcadores genéticos" que pueden afectar su salud en cualquier momento y que pueden pasar a la siguiente generación. Los médicos de Bielorrusia han documentado un aumento del 200% en cáncer de mama, un aumento del 100% en la incidencia de cáncer y leucemia, y un aumento del 2.400% en la incidencia de cáncer de tiroides.
El accidente de Chernobyl es considerado como el peor accidente nuclear en la historia, y es uno de los dos clasificados como nivel 7 según la escala internacional de sucesos nucleares (el otro es el incidente nuclear de Fukushima I (Japón), que se considera mucho menos grave). Lamentable, la información inicial sobre el accidente y la dispersión resultante del material radiactivo, así como la realización de estudios posteriores de incidencia disponible es poco fiable…
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