Los beneficios para la vida después de la muerte que prometen algunas religiones no atraen cuando se vive más tiempo, señala un estudio
En los últimos años, las instituciones religiosas, especialmente en los países desarrollados, se han enfrentado a la reducción y el envejecimiento de sus congregaciones. Un análisis realizado por científicos del Reino Unido, con un modelo económico de coste-beneficio, ha revelado que existe una relación entre esta situación y el incremento de la esperanza de vida: a mayor esperanza de vida más se retrasa el momento vital de implicación religiosa, y menos importancia se da a los beneficios que las religiones prometen para la vida después de la muerte. Los investigadores recomiendan que las organizaciones religiosas destaquen los beneficios de la religiosidad para la vida, si pretenden captar nuevos fieles. Por Yaiza Martínez.
El incremento de la esperanza de vida disminuye la capacidad de las religiones para atraer fieles, señala un estudio reciente realizado por especialistas de las universidades de East Anglia y de St. Andrews, en el Reino Unido.
Según un artículo del International Journal of Social Economics, la presente investigación tenía como objetivo contribuir al contenido de otros estudios que, en los últimos años, han analizado los condicionantes socio-económicos actuales de la religiosidad.
Los resultados obtenidos en ella sugieren que las organizaciones religiosas necesitarían hacer más para destacar los beneficios sociales y espirituales que, para la vida actual, se derivan de la religiosidad, si pretenden aumentar el tamaño de sus congregaciones y atraer a ellas a personas de todas las edades, y a jóvenes particularmente.
Modelo socio-económico aplicado
En la investigación, llevada a cabo por Elissaios Papyrakis, de la Universidad de East Anglia, y Geethanjali Selvaretnam , de la Universidad de St Andrews, se analizó un aspecto concreto de la sociedad actual y su relación con la religiosidad de la población (grado de dedicación y expresión religiosas en ésta): el incremento de la esperanza de vida.
Para llevar a cabo este análisis, los científicos utilizaron un modelo económico de coste-beneficio, sobre las decisiones tomadas en cada momento en función de los beneficios espirituales y sociales (probabilidad de entrar en el cielo tras la muerte) vinculados a la religiosidad.
El modelo también midió el coste derivado de los formalismos religiosos, en términos de tiempo dedicado a actividades religiosas.
Según explican los investigadores en el International Journal of Social Economics, este modelo proporcionó un fundamento teórico a la relación negativa entre la esperanza de vida y la asistencia religiosa, observada en análisis empíricos previos.
Asimismo, el modelo sirvió para explicar no sólo la tendencia a la baja de la implicación religiosa de nuestras sociedades, sino también el aumento de la proporción de personas mayores en las congregaciones.
Declive general de la religiosidad
Según se explica en un comunicado emitido por la Universidad de Emory, en los últimos años, las instituciones religiosas han estado cada vez más preocupadas por la disminución de la expresión y la participación religiosas en muchas partes del mundo.
En los países desarrollados, esta tendencia está aún más acentuada, y se nota en el hecho de que muchas iglesias cuentan con congregaciones cada vez más pequeñas y envejecidas.
Según un artículo del International Journal of Social Economics, la presente investigación tenía como objetivo contribuir al contenido de otros estudios que, en los últimos años, han analizado los condicionantes socio-económicos actuales de la religiosidad.
Los resultados obtenidos en ella sugieren que las organizaciones religiosas necesitarían hacer más para destacar los beneficios sociales y espirituales que, para la vida actual, se derivan de la religiosidad, si pretenden aumentar el tamaño de sus congregaciones y atraer a ellas a personas de todas las edades, y a jóvenes particularmente.
Modelo socio-económico aplicado
En la investigación, llevada a cabo por Elissaios Papyrakis, de la Universidad de East Anglia, y Geethanjali Selvaretnam , de la Universidad de St Andrews, se analizó un aspecto concreto de la sociedad actual y su relación con la religiosidad de la población (grado de dedicación y expresión religiosas en ésta): el incremento de la esperanza de vida.
Para llevar a cabo este análisis, los científicos utilizaron un modelo económico de coste-beneficio, sobre las decisiones tomadas en cada momento en función de los beneficios espirituales y sociales (probabilidad de entrar en el cielo tras la muerte) vinculados a la religiosidad.
El modelo también midió el coste derivado de los formalismos religiosos, en términos de tiempo dedicado a actividades religiosas.
Según explican los investigadores en el International Journal of Social Economics, este modelo proporcionó un fundamento teórico a la relación negativa entre la esperanza de vida y la asistencia religiosa, observada en análisis empíricos previos.
Asimismo, el modelo sirvió para explicar no sólo la tendencia a la baja de la implicación religiosa de nuestras sociedades, sino también el aumento de la proporción de personas mayores en las congregaciones.
Declive general de la religiosidad
Según se explica en un comunicado emitido por la Universidad de Emory, en los últimos años, las instituciones religiosas han estado cada vez más preocupadas por la disminución de la expresión y la participación religiosas en muchas partes del mundo.
En los países desarrollados, esta tendencia está aún más acentuada, y se nota en el hecho de que muchas iglesias cuentan con congregaciones cada vez más pequeñas y envejecidas.
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