La fotosíntesis, proceso encargado de transformar la luz solar en energía, es la base de la mayoría de la vida en la Tierra, pues la energía de las plantas se transmite en la cadena alimenticia a los animales. O'Malley propuso un modelo con varias fuentes de luz, en el que la vida se adaptaría a todos estos soles dependiendo al ángulo en que irradiaría distintas partes del planeta.
"Si un planeta estuviera en un sistema con dos o más estrellas, podría, potencialmente, tener muchas fuentes disponibles lumínicas que desatarían la fotosíntesis. La temperatura de la estrella determinaría su color, y por lo tanto el color de la luz que utilizaría la planta. Dependiendo del color de la luz estelar, las plantas podrían ser muy diferentes a las terrestres", dijo O'Malley-James en la conferencia que reúne a más de 500 especialistas en Llandudno, Gales, de acuerdo con un artículo publicado en la revista Science.
Los sistemas planetarios con enanas rojas y estrellas similares al Sol son las más comunes en nuestra Galaxia, así como los sistemas con más de una estrella y en una etapa avanzada que las hace más estables para generar vida.
Los datos conocidos hasta ahora indican que 25% de las estrellas en nuestro vecindario cósmico son como el Sol y 50% de las enanas rojas se encuentran en sistemas multi estelares. Con base en esta información el investigador británico diseñó varios escenarios donde los planetas orbitarían cerca de las estrellas y otro donde estos cuerpos estarían separados.
"Nuestras simulaciones sugieren que los planetas en los sistemas con más de una estrella generarían formas exóticas de las plantas más comunes que vemos en la Tierra. Las plantas en los sistemas con enanas rojas como soles, por ejemplo, podrían aparecer negras ante nuestros ojos, al absorber toda la onda de luz visible con el fin de utilizar la mayor cantidad de luz posible. Las plantas también serían capaces de usar la onda infrarroja o ultravioleta para su fotosíntesis.
"Para los planetas que orbitarían dos estrellas como el Sol, la radiación nociva de las bengalas podría provocar que las plantas desarrollaran su propio bloqueador de UV o fotosintetizarían microorganismos que pudieran moverse ante una llamarada súbita", dijo O'Malley-James.
O'Malley James estudia un doctorado supervisado por el Dr. Jane Greaves de St. Andrews, el profesor John Raven de la Universidad de Dundee y el profesor Charles Cockell de la Open University.
"Si un planeta estuviera en un sistema con dos o más estrellas, podría, potencialmente, tener muchas fuentes disponibles lumínicas que desatarían la fotosíntesis. La temperatura de la estrella determinaría su color, y por lo tanto el color de la luz que utilizaría la planta. Dependiendo del color de la luz estelar, las plantas podrían ser muy diferentes a las terrestres", dijo O'Malley-James en la conferencia que reúne a más de 500 especialistas en Llandudno, Gales, de acuerdo con un artículo publicado en la revista Science.
Los sistemas planetarios con enanas rojas y estrellas similares al Sol son las más comunes en nuestra Galaxia, así como los sistemas con más de una estrella y en una etapa avanzada que las hace más estables para generar vida.
Los datos conocidos hasta ahora indican que 25% de las estrellas en nuestro vecindario cósmico son como el Sol y 50% de las enanas rojas se encuentran en sistemas multi estelares. Con base en esta información el investigador británico diseñó varios escenarios donde los planetas orbitarían cerca de las estrellas y otro donde estos cuerpos estarían separados.
"Nuestras simulaciones sugieren que los planetas en los sistemas con más de una estrella generarían formas exóticas de las plantas más comunes que vemos en la Tierra. Las plantas en los sistemas con enanas rojas como soles, por ejemplo, podrían aparecer negras ante nuestros ojos, al absorber toda la onda de luz visible con el fin de utilizar la mayor cantidad de luz posible. Las plantas también serían capaces de usar la onda infrarroja o ultravioleta para su fotosíntesis.
"Para los planetas que orbitarían dos estrellas como el Sol, la radiación nociva de las bengalas podría provocar que las plantas desarrollaran su propio bloqueador de UV o fotosintetizarían microorganismos que pudieran moverse ante una llamarada súbita", dijo O'Malley-James.
O'Malley James estudia un doctorado supervisado por el Dr. Jane Greaves de St. Andrews, el profesor John Raven de la Universidad de Dundee y el profesor Charles Cockell de la Open University.
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