Un equipo liderado por el investigador Zachary Sharp, de la Universidad de Nuevo México (Albuquerque, EEUU), ha medido la composición de los isótopos de cloro en esas rocas volcánicas lunares, y ha descubierto que la gama de isótopos de cloro contenida en las muestras era 25 veces mayor que la hallada en rocas y minerales de la Tierra y en meteoritos.
Como el cloro es muy hidrófilo (atraído por el agua), es un indicador extremadamente sensible de los niveles de hidrógeno. El equipo plantea que, si las rocas lunares hubieran tenido contenidos de hidrógeno iniciales parecidos de alguna forma a los de las rocas terrestres, entonces el fraccionamiento del cloro en tantos isótopos diferentes jamás habría ocurrido en la Luna.
A la luz de este hallazgo, Sharp y sus colegas sugieren que el interior de nuestro satélite es "anhidro", es decir, básicamente sin agua, como ya venía proponiendo la comunidad científica desde hace mucho tiempo.
Los investigadores sugieren que los cálculos recientes de altos contenidos de hidrógeno encontrados en algunas muestras lunares no son típicos, y que esas muestras son probablemente el producto de ciertos procesos ígneos que resultaron en un enriquecimiento extremadamente volátil.
El equipo destaca que, en cualquier caso, no representan los altos y variables valores isotópicos del cloro encontrados en la mayoría de las rocas lunares.
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