Usando datos procedentes de una red amplia de sismógrafos, Peter Bromirski y Peter Gerstoft afirman poder aportar pruebas físicas del origen y localización de ese sonido. Han encontrado que la costa del Pacífico de América central es la fuente dominante de ese zumbido de fondo, siendo la costa oeste de Europa la fuente secundaria.
Al final de la década de los noventa diversos estudios sugerían que el sonido en cuestión era el resultado directo de las fluctuaciones de la presión atmosférica sobre la superficie terrestre. En trabajos más recientes se sugería, sin embargo, que está causado por la energía transferida por los vientos a la corteza terrestre a través de las olas oceánicas.
En esta nueva explicación olas de gran longitud de onda actúan como mediador entre el cielo y el mar. Según estas olas alcanzan aguas someras, parte de su energía es transformada en un proceso no lineal en ondas infragravimétricas u ondas IG, que tienen longitudes de onda todavía más largas. Parte de la energía de las ondas IG pueden entonces acoplarse a la propia Tierra y pueden ser registradas por los sismógrafos a lo largo de todo el mundo.
En su artículo publicado en Geophysical Research Letters, Bromirski y Gerstoft explican cómo estudiaron el fenómeno en detalle mediante el registro de tanto las ondas IG como de la actividad sísmica asociada al sonido de fondo. Los datos los obtuvieron de la red transportable USArray EarthScope, que monitoriza la actividad sísmica a los largo de todo EEUU y de las aguas que le rodean.
Encontraron una relación estrecha entre el zumbido, las olas oceánicas y las ondas IG, con las líneas de costa dominantes como la fuente de este ruido de fondo, siendo la costa pacífica americana y la costa occidental europea los principales contribuidores. La amplitud de la sondas IG es mayor a lo largo de la costa continental, donde las aguas son relativamente someras, ya que la presión de las olas decae exponencialmente con la profundidad. Como las tormentas se propagan generalmente de oeste a este es más fácil que las ondas IG de mayor energía se den a lo largo de las costas occidentales, y de ahí la razón de que las regiones antes mencionadas sean las zonas dominantes en este fenómeno.
Según dicen los autores del estudio es la primera vez que se tiene en cuenta las ondas IG a la hora de explicar este fenómeno. Estos investigadores están ahora intentando desarrollar más su investigación examinando la variabilidad de este sonido de fondo a lo largo de todo el mundo.
Entre los expertos del campo no hay unanimidad sobre si ésta es la explicación definitiva o no al fenómeno, aunque parece ser la mejor explicación hasta el momento. En todo caso, es casi poético pensar que la propia Tierra tiene una voz que ningún otro planeta del Sistema Solar tiene. Sólo hace falta que la escuchemos con detenimiento.
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