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os seres humanos que vivían hace 126.000 años ya llegaban a las manos en sus discusiones. Esto parece revelar una investigación que ha encontrado una lesión en el cráneo de un ser humano de Asia Oriental de finales del Pleistoceno medio, conocido como Maba. Los expertos apuntan a que la marca de 14 milímetros la provocó una fuerte agresión intencionada.
Este nuevo hallazgo, que se publica en la edición de esta semana de Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), podría ser el ejemplo de agresión entre humanos más temprana que se ha documentado.
"Lo más probable es que la herida fuese causada por otro ser humano temprano atacándole en la cabeza con un objeto contundente. Maba resultó herido en una región del cráneo donde en la actualidad vemos comúnmente heridas de este tipo", declara a SINC Lynne Schepartz, investigadora de la Universidad de Witwatersrand (EE UU) y una de las coautoras del artículo.
"Una lesión accidental, como una caída, es posible. Pero si el individuo Maba se hubiera herido al caer, la posición de la lesión habría sido diferente, más hacia la parte posterior o en la frente", responde la experta.
El cráneo estudiado estaba hundido debido a la potencia del impacto. En opinión de la antropóloga, "un golpe tan fuerte causaría pérdida de conciencia, dolor de cabeza y náuseas, y pérdida de memoria asociada con una conmoción cerebral".
Se recuperó gracias a los cuidados de sus congéneres
"Para superar una lesión de esta gravedad habría sido necesario un tiempo de recuperación y la ayuda de los otros miembros del grupo social para obtener alimento, mantener la seguridad y el conocimientos sobre la región y sus recursos: las técnicas de caza, las plantas a utilizar, los peligros de ciertos animales, la ubicación de los materiales de herramientas de piedra…", comenta Schepartz.
Según la investigadora, el estudio aporta más información acerca de "la capacidad de las primeras sociedades humanas para atender a los heridos llevándoles alimentos, cocinando para ellos o manteniéndoles abrigados y seguros mientras se recuperaban".
Los científicos pudieron analizar y verificar que la herida se había curado gracias a una técnica "que muestra el interior del hueso sin dañar el fósil y que también permite ver los cambios en la lesión ósea y su curación a través de los cambios en la estructura ósea", explica Schepartz. Para obtener esta información se valieron de un escáner de alta resolución y técnicas de microscopía estereoscópica.
Los restos del cráneo estudiado fueron hallados en una cueva en Lion Rock en Maba, población de la provincia china de Guangdong, en junio de 1958. Los encontraron agricultores a un metro de profundidad, gracias a la eliminación de los sedimentos de la cueva.
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