BUn equipo de investigación dirigido por etsy Sparrow ha testado la hipótesis de que Internet realmente se haya convertido en una especie de memoria externa. Para ello realizaron una serie de experimentos. El primero de ellos consistió en efectuar preguntas difíciles a varios participantes pregraduados y analizar sus pensamientos. Según los resultados, las preguntas difíciles los llevaban a pensar de forma automática en ordenadores y motores de búsqueda. En otro test, los participantes tenían que responder a preguntas fáciles o difíciles, y luego completar una versión de la tarea de Stroop: los participantes tenían que mirar a una serie de palabras y decir de que color estaban escritas. Después de las preguntas difíciles, los participantes tardaban más en nombrar el color de palabras como "Google". Esto es una prueba de que el concepto "motor de búsqueda" estaba en sus mentes y por lo tanto interfería más con el proceso de identificar y nombrar el color.
A continuación, otro grupo de participantes pregraduados leyeron 40 preguntas y respuestas y luego las escribieron en un ordenador. A la mitad de los participantes se les dijo que el ordenador guardaría sus entradas, y a los demás se les dijo las entradas serían borradas. Los participantes a los que se les dijo que se guardarían sus entradas realizaron peor una prueba de recuerdo posterior, como si hubieran confiado en el ordenador como memoria de almacenamiento externa. Además, dentro de cada grupo, a la mitad de los participantes se les había instruido explícitamente en tratar de recordar las respuestas, pero esto no provocó ninguna diferencia en su rendimiento memorístico, de lo que se puede concluir que a los participantes les influyó más el aspecto de que la información fuera o no a estar disponible, independientemente de si supiesen que serían puestos a prueba al respecto.
En otra fase del estudio, los participantes leyeron unas preguntas, las escribieron y las guardaron en una determinada carpeta. Diez minutos más tarde escribieron de memoria tantas preguntas como pudieron, y luego intentaron recordar en qué carpeta estaba cada pregunta, la hubieran escrito o no. El hallazgo sorprendente fue que los participantes eran mejores en recordar la ubicación de las preguntas que las propias preguntas. Es más, eran más propensos a recordar la ubicación de las preguntas que no habían podido recordar. Es como si nos hubiésemos convertido en expertos en el uso de ordenadores para almacenar conocimiento por nosotros, y somos mejores en recordar dónde se almacena la información que la propia información.
Según los investigadores esta es una evidencia preliminar de que cuando las personas creen que la información va a estar disponible de forma continua -como creemos teniendo Internet-, son más propensas a recordar dónde se encuentra esta información que los detalles de la propia información. Basándose en los resultados se podría argumentar que, el incluir el ordenador y los buscadores online como un sistema de memoria externa al que se puede acceder a voluntad, es un uso adaptativo que hacemos de la memoria, es decir, que esto provoca un cambio en nuestros hábitos de memorizar.
De todos modos, estos resultados hay que cogerlos con cautela, no estamos hablando de nada nuevo, ni de que los ordenadores van a controlar nuestra mente, ni otras historias de ciencia ficción similares. Resultados equivalentes se podrían haber obtenido utilizando libretas de notas en vez de ordenadores, además, no existe evidencia de irreversibilidad, es simplemente una adaptación y un hábito de conducta, no una proceso de evolución biológica.
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