Rociando desde el mar gotas de agua salada del tamaño de un micrón (una milésima parte de un milímetro) a través de unas pequeñas embarcaciones, un grupo de científicos modifica las nubes para ayudar a revertir el calentamiento global.
La reflectividad solar de las nubes depende de la distribución del tamaño de las gotas de agua presentes en ellas. Ante esta premisa, dos científicos estudian la posibilidad de modificar la concentración de los núcleos de condensación de las nubes marinas para hacerlas más reflectantes y así devolver los rayos solares hacia el espacio.
Las nubes son acumulaciones de pequeñas gotas de agua o de partículas de hielo que se mantienen en suspensión en la atmósfera y que forman una masa de vapor acuoso de color variable según su densidad o según la luz.
Las nubes son acumulaciones de pequeñas gotas de agua o de partículas de hielo que se mantienen en suspensión en la atmósfera y que forman una masa de vapor acuoso de color variable según su densidad o según la luz.
Los botes, propulsados por energía eólica, rocían gotas de agua marina para aumentar la reflectividad de las nubes
Basándose en la composición de las nubes, John Latham, investigador del Centro Nacional para la Investigación Atmosférica (EE. UU.) y catedrático de la Universidad de Manchester (Reino Unido) y Stephen Salter, profesor de la Universidad de Edimburgo (Escocia), han buscado una solución a favor del enfriamiento de la Tierra.
Su proyecto gira en torno a la idea de que "las nubes bajas [o estratocúmulos] son buenos reflectores de los rayos solares, y su reflectividad aumenta si se emplea el reconocido efecto Twomey", detalla a EFE John Latham.
Su proyecto gira en torno a la idea de que "las nubes bajas [o estratocúmulos] son buenos reflectores de los rayos solares, y su reflectividad aumenta si se emplea el reconocido efecto Twomey", detalla a EFE John Latham.
Basándose en la composición de las nubes, John Latham, investigador del Centro Nacional para la Investigación Atmosférica (EE. UU.) y catedrático de la Universidad de Manchester (Reino Unido) y Stephen Salter, profesor de la Universidad de Edimburgo (Escocia), han buscando una solución a favor del enfriamiento de la Tierra.
Sean Twomey comprobó que el albedo (porcentaje de radiación luminosa o electromagnética que refleja una superficie) de las nubes aumenta, cuando el tamaño de las gotitas de agua contenidas en ellas es más pequeño.
Siguiendo esta teoría, los científicos se propusieron modificar el albedo o reflectividad solar de las nubes bajas, rociando desde el mar gotas de agua salada del tamaño de un micrón (una milésima parte de un milímetro) hacia la turbulenta capa límite ubicada detrás de las nubes estratocúmulos marinas.
A menor tamaño de las gotas, mayor albedo
"Cuando los residuos de la evaporación de las gotas de agua llegan al nivel de las nubes, se crean muchísimos núcleos de condensación nuevos, lo que trae como resultado una mayor cantidad de gotas, pero de menor tamaño", precisan ambos expertos.
Siguiendo esta teoría, los científicos se propusieron modificar el albedo o reflectividad solar de las nubes bajas, rociando desde el mar gotas de agua salada del tamaño de un micrón (una milésima parte de un milímetro) hacia la turbulenta capa límite ubicada detrás de las nubes estratocúmulos marinas.
A menor tamaño de las gotas, mayor albedo
"Cuando los residuos de la evaporación de las gotas de agua llegan al nivel de las nubes, se crean muchísimos núcleos de condensación nuevos, lo que trae como resultado una mayor cantidad de gotas, pero de menor tamaño", precisan ambos expertos.
El porcentaje de núcleos de condensación en las nubes suspendidas en las bases de aguas marinas es más bajo que el de las continentales.
Todo este proceso da origen a una mayor reflectividad de las nubes marinas, que al funcionar como espejos, impiden el paso de los rayos solares y los desvían nuevamente hacia el espacio.
Puesto que la energía solar no alcanzaría la superficie terrestre con tanta vehemencia, se produciría un efecto de enfriamiento notable, que se traduce en un descenso drástico en las temperaturas atmosférica y oceánica.
Siguiendo la teoría de Twomey, los científicos se propusieron modificar el albedo o reflectividad solar de las nubes bajas, rociando desde el mar gotas de agua salada del tamaño de un micrón (una milésima parte de un milímetro) hacia la turbulenta capa límite ubicada detrás de las nubes estratocúmulos marinas.
"Actualmente, es un hecho que hay menos núcleos de condensación [o menos gotas de agua] en las nubes suspendidas en las masas de aire marinas que en las continentales", detallan Latham y Salter.
Mientras los núcleos de condensación o la cantidad de gotas de las nubes marinas se ubican entre 10 y 100 por centímetro cúbico, la de las nubes continentales contienen entre 1.000 y 5.000 por centímetro cúbico.
Ante esta realidad, los científicos se centran en aumentar la reflectividad especialmente de las nubes marinas para así reducir las temperaturas de los océanos y evitar una aceleración del deshielo polar. "Con el aumento de un 2,6% del albedo de las nubes, se podría revertir el daño ocasionado hasta el momento por las emisiones de dióxido de carbono", indican los expertos.
Mientras los núcleos de condensación o la cantidad de gotas de las nubes marinas se ubican entre 10 y 100 por centímetro cúbico, la de las nubes continentales contienen entre 1.000 y 5.000 por centímetro cúbico.
Ante esta realidad, los científicos se centran en aumentar la reflectividad especialmente de las nubes marinas para así reducir las temperaturas de los océanos y evitar una aceleración del deshielo polar. "Con el aumento de un 2,6% del albedo de las nubes, se podría revertir el daño ocasionado hasta el momento por las emisiones de dióxido de carbono", indican los expertos.
Al tener una mayor reflectividad, las nubes marinas funcionan como espejos, desviando los rayos solares hacia el espacio.
Botes controladores de clima
Para el rociado de las gotas milimétricas de agua salada, Latham y Salter han diseñado unos botes propulsados por energía eólica y controlados de forma remota. En vez de estar equipadas por velas, las embarcaciones tendrían turbinas o rotores hidráulicos que permitirían generar la energía necesaria para el bombeo y rociado del agua.
El bote contará, a su vez, con un mecanismo de filtros que desechará los residuos existentes en el agua salada. Una vez filtrada, el agua pasará por un rociador que permitirá controlar y variar el diámetro de las gotas.
Todo este proceso da origen a una mayor reflectividad de las nubes marinas, que al funcionar como espejos, impiden el paso de los rayos solares y los desvían nuevamente hacia el espacio.
"Cada bote sin tripulación tendrá un sistema de posicionamiento global (GPS), un listado de ubicaciones solicitadas y un canal de comunicaciones satelitales para hacer modificaciones y seguimientos de las zonas nubosas, migrar según las estaciones y regresar a puerto para recibir servicios de mantenimiento", señalan los estudiosos.
Estos instrumentos también servirán para hacer reportes sobre la temperatura atmosférica y oceánica, humedad, emisiones solares, dirección y velocidad de los vientos y corrientes, conteo del plancton y aerosol, salinidad, recepción radial e incluso podrían rescatar otras embarcaciones en peligro.
Estos instrumentos también servirán para hacer reportes sobre la temperatura atmosférica y oceánica, humedad, emisiones solares, dirección y velocidad de los vientos y corrientes, conteo del plancton y aerosol, salinidad, recepción radial e incluso podrían rescatar otras embarcaciones en peligro.
La modificación del albedo de las nubes podría podría conllevar una mayor preciitación en las zonas continentales
Latham sostiene que "los mejores sitios para ubicar estos botes son aquéllos en donde hay muchas nubes, principalmente en los trópicos. Las corrientes oceánicas servirán para trasladar este efecto de enfriamiento a los polos".
Según los expertos, "este propuesta consiste en una técnica ecológicamente benigna para reducir el calentamiento global, ya que sólo involucra agua salada y viento". En un principio, se necesitarían construir unos 50 botes; sin embargo, esta cifra cambiará con el trascurso del tiempo, elevándose hasta 1.500 embarcaciones entre 30 y 50 años.
La reflectividad solar de las nubes depende de la distribución del tamaño de las gotas de agua presentes en ellas
Si bien se desconoce aún si esta idea traerá consigo algo efecto climático adverso, por ejemplo una mayor precipitación en las zonas continentales, lo cierto es que, de llegar a funcionar esta técnica, se podría estabilizar la temperatura de la Tierra y mantener la extensión de las capas de hielo polar.
"El efecto inmediato del control del albedo de las nubes sería el enfriamiento de la superficie del mar (...) Con este proyecto, también se podría reducir la frecuencia y fuerza de los huracanes y, a la vez, extender el área apropiada para el crecimiento del fitoplancton. Por otra parte, los océanos son un medio efectivo de almacenamiento térmico, y las corrientes, un mecanismo eficiente de transporte; de allí que los efectos iniciales se sentirían, a la larga, en todo el mundo", afirman los especialistas.
"El efecto inmediato del control del albedo de las nubes sería el enfriamiento de la superficie del mar (...) Con este proyecto, también se podría reducir la frecuencia y fuerza de los huracanes y, a la vez, extender el área apropiada para el crecimiento del fitoplancton. Por otra parte, los océanos son un medio efectivo de almacenamiento térmico, y las corrientes, un mecanismo eficiente de transporte; de allí que los efectos iniciales se sentirían, a la larga, en todo el mundo", afirman los especialistas.
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