El doctor Michal Kovac dijo que descubrió un aumento de los ACV y hemorragias cerebrales en el pueblo de Nove Zamky, en el sur de Eslovaquia, durante los años en que las erupciones solares -estallidos de energía más fuertes que un millón de bombas nucleares juntas- son más abundantes.
Kovac dijo que su trabajo, publicado recientemente en el Bratislava Medical Journal, se basa en estudios que muestran que ciertas partes del cuerpo responden a las fluctuaciones del campo magnético de la Tierra causadas por las tormentas solares.
El especialista también encontró que los pacientes sufren menos ACV cuando la Luna está más alejada de la Tierra.
"Observamos una correlación entre el cuerpo humano y los fenómenos lunares y solares, aún cuando no sabemos exactamente qué explica esta conexión", dijo Kovac a Reuters.
Las expulsiones de masa coronal, que alcanzan su máximo aproximadamente cada 11 años, envían gas caliente a la Tierra y provocan apagones y mal funcionamiento de los satélites, iluminan el cielo en los polos y se cree que perjudican la capacidad de vuelo de las palomas.
A pesar del escepticismo de los astrónomos, Kovac y sus colaboradores de Estados Unidos y Japón creen que las fluctuaciones en el campo magnético de la Tierra provocadas por estas expulsiones dañarían las reacciones electroquímicas que hacen funcionar al organismo humano.
Kovac comenzó su investigación en la década de 1980, después de observar incrementos inexplicables de ACV en ciertos días, semanas, meses y años.
Kovac dijo que su trabajo, publicado recientemente en el Bratislava Medical Journal, se basa en estudios que muestran que ciertas partes del cuerpo responden a las fluctuaciones del campo magnético de la Tierra causadas por las tormentas solares.
El especialista también encontró que los pacientes sufren menos ACV cuando la Luna está más alejada de la Tierra.
"Observamos una correlación entre el cuerpo humano y los fenómenos lunares y solares, aún cuando no sabemos exactamente qué explica esta conexión", dijo Kovac a Reuters.
Las expulsiones de masa coronal, que alcanzan su máximo aproximadamente cada 11 años, envían gas caliente a la Tierra y provocan apagones y mal funcionamiento de los satélites, iluminan el cielo en los polos y se cree que perjudican la capacidad de vuelo de las palomas.
A pesar del escepticismo de los astrónomos, Kovac y sus colaboradores de Estados Unidos y Japón creen que las fluctuaciones en el campo magnético de la Tierra provocadas por estas expulsiones dañarían las reacciones electroquímicas que hacen funcionar al organismo humano.
Kovac comenzó su investigación en la década de 1980, después de observar incrementos inexplicables de ACV en ciertos días, semanas, meses y años.
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