"El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir." EINSTEIN


martes, 11 de enero de 2011

Las arañas también necesitan motivación


En la mayoría de los animales, el más grande o hábil es quien normalmente gana en una pelea cuerpo a cuerpo. Eso lo tenemos claro. Pero un nuevo estudio sobre la araña Phidippus Clarus sugiere que el tamaño y las habilidades no lo son todo. Lo importante para las hembras de Phidippus clarus es cuánto ansían ganar, esto es: las arañas, también necesitan motivarse para la lucha.
La Phidippus clarus es una araña muy agresiva que tiende a entablar bastantes peleas con sus congéneres. En las batallas entre machos, el individuo mayor y más pesado es el que gana. Primeramente, forcejean empujándose el uno al otro como luchadores de sumo. Estos forcejeos permiten a los machos medir sus fuerzas antes de ir a más y comenzar a causarse daños. Los machos raras veces llegan a resolver sus disputas infligiéndose daños.
Pero cuando el equipo de Damian Elias, de la Universidad de California en Berkeley, y Carlos Botero, del Centro Nacional de Síntesis Evolutiva en Durham, observó las peleas entre hembras, descubrió que ellas luchan de una manera muchísimo más feroz. Omiten los forcejeos iniciales y van directas a hacerse unas a otras tanto daño como puedan. "Los machos tienen una forma mucho más gentil de combatir, mientras que en las hembras es una guerra sin cuartel", describe Elias.
Y a diferencia de las peleas entre machos, las contiendas entre hembras, tal como observaron los investigadores, a menudo son combates a muerte. Ninguna se rinde, ni siquiera cuando está perdiendo claramente la pelea. Sólo dejan de luchar cuando mueren o quedan tan gravemente heridas que ya no pueden pelear aunque quieran hacerlo.
Los investigadores no pudieron predecir cuál ganaría basándose en el tamaño o la fuerza física, lo cual fue bastante inesperado. Otros factores que se creyó que podrían explicar cuál era la ventaja que llevaba a ganar a unas arañas sobre otras también fueron puestos a prueba y descartados.
La explicación vino finalmente del grado de motivación de cada araña para poseer un nido. Las hembras más cercanas a la edad de reproducción eran las más rabiosas y desesperadas, y eso era lo que las hacía más peligrosas.
Las arañas Phidippus clarus viven en nidos que construyen usando seda y hojas enrolladas. Mientras que los machos son nómadas y van de un nido a otro en busca de pareja, las hembras generalmente permanecen en el suyo y lo defienden contra las intrusas.
Antes de que una araña esté lista para reproducirse, debe primero despojarse de su dura cubierta exterior y crecer hasta el tamaño adulto a través de un proceso durante el cual son muy vulnerables a los depredadores. Si una araña está muy próxima a iniciar ese proceso y no tiene un nido en ese momento, es muy probable que no sobreviva.
Las hembras necesitan la seguridad de sus nidos mientras experimentan esa transformación, y para aparearse y luego criar a su descendencia. Encontrar un buen nido se vuelve más crítico a medida que están más próximas a iniciar esa etapa de sus vidas.







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