Para entender los motores del Titanic tenemos que pensar en el combustible que utilizaban. En aquella época el rey era el carbón. Y el carbón es un combustible sólido y no líquido como los derivados del petróleo que utilizamos actualmente. Intentar dividirlo finamente para mezclarlo con el aire es posible pero difícil y costoso. La alternativa era que ardiese lentamente lo que era mucho mas seguro y fácil. Muy bueno para producir calor pero no para realizar un trabajo. De hecho, si olvidamos el juguete de Herón de Alejandría, este fue un problema no resuelto hasta que el navarro Jerónimo de Ayanz y Beaumont desarrolló la primera bomba impulsada por vapor y destinada a extraer agua de las minas.
La forma correcta de resolver este desafío fue dividirlo en dos. Separar por un lado la producción de calor y por otro la producción del movimiento. Un combustible sólido como carbón o madera ardían y calentaban agua hasta formar vapor. Y este vapor, ya como fluido, podía realizar un trabajo. Esta separación entre la fuente de calor y el fluido que realiza el movimiento es lo que caracteriza a los motores de combustión externa.
Una vez entendido este principio hay varias formas de llevarlo a la práctica. El primero fueron las máquinas de vapor y el Titanic utilizaba uno de los motores de vapor más avanzados que jamás se hayan construido. Se trataba de motores de pistones de triple expansión. Básicamente, el agua se calentaba para producir vapor a alta presión en varias calderas. Este vapor se inyectaba en sucesivos pistones de alta, media y baja presión donde se producía el movimiento. Podéis verlo mejor en esta animación de Wikipedia:
Pero para verlo funcionar y quedar convenientemente impresionados, nada mejor que este vídeo del mayor motor de vapor de triple expansión que se conserva en funcionamiento.
Como decíamos, estos motores eran lo mejor de la ingeniería de su tiempo pero dentro del propio Titanic se encontraba el embrión de una tecnología que los dejaría obsoletos. El vapor que salia de los cilindros era aprovechado, por cuarta y última vez, en una turbina Parson. Era un sistema más sencillo donde la presión del vapor impulsaba unos alabes que hacían girar el eje. Turbinas de vapor como éstas fueron evolucionando hasta sustituir a los motores de pistones.
Actualmente no vemos motores de este tipo por nuestras calles. Y es que los motores de combustión externa también tienen algunos inconvenientes. Para empezar, necesitan más tiempo para ponerse en marcha ya que es necesario calentar la caldera y el circuito de agua. También suelen ser mas grandes, pesados y con una refrigeración mayor y mas compleja. A lo largo del siglo XX, estos problemas los fueron apartando gradualmente de cualquier aplicación relacionada con el transporte. Los famosos Liberty Ships, buques mercantes construidos por centenares durante la segunda guerra mundial, seguían utilizando los viejos pero fiables motores de vapor de triple-expansión. Después de esta guerra, el petróleo barato los marginó definitivamente.
Hoy en día, rodeados por buques y automóviles con motores de combustión interna, podría parecer que estamos hablando de una tecnología obsoleta. Pero se trata de un error. Los motores de combustión externa, casi siempre turbinas de vapor, han mantenido un nicho inexpugnable. La mayoría de nuestras centrales eléctricas siguen utilizando carbón, gas o uranio para calentar agua y obtener vapor que mueve sus turbinas y generadores. También son parte del funcionamiento de las centrales de ciclo combinado, las más avanzadas y con mejor rendimiento. Incluso tienen su lugar en instalaciones geotérmicas o centrales solares térmicas.
Todas las tecnologías disponibles como espejos cilindro-parabólicos, helióstatos para concentrar el sol en una torre o concentradores adaptados para utilizar motores Stirling pueden considerarse motores de "combustión" externa donde el sol ocupa el lugar de las calderas para calentar agua u otros fluidos.
Como el titán Atlas soportaba la Tierra, estos motores siguen soportando nuestra civilización de forma callada y oscura. Y, sean cuales sean nuestras futuras fuentes de energía, parecen bien colocados para seguir haciéndolo por mucho tiempo.
La forma correcta de resolver este desafío fue dividirlo en dos. Separar por un lado la producción de calor y por otro la producción del movimiento. Un combustible sólido como carbón o madera ardían y calentaban agua hasta formar vapor. Y este vapor, ya como fluido, podía realizar un trabajo. Esta separación entre la fuente de calor y el fluido que realiza el movimiento es lo que caracteriza a los motores de combustión externa.
Una vez entendido este principio hay varias formas de llevarlo a la práctica. El primero fueron las máquinas de vapor y el Titanic utilizaba uno de los motores de vapor más avanzados que jamás se hayan construido. Se trataba de motores de pistones de triple expansión. Básicamente, el agua se calentaba para producir vapor a alta presión en varias calderas. Este vapor se inyectaba en sucesivos pistones de alta, media y baja presión donde se producía el movimiento. Podéis verlo mejor en esta animación de Wikipedia:
Pero para verlo funcionar y quedar convenientemente impresionados, nada mejor que este vídeo del mayor motor de vapor de triple expansión que se conserva en funcionamiento.
Como decíamos, estos motores eran lo mejor de la ingeniería de su tiempo pero dentro del propio Titanic se encontraba el embrión de una tecnología que los dejaría obsoletos. El vapor que salia de los cilindros era aprovechado, por cuarta y última vez, en una turbina Parson. Era un sistema más sencillo donde la presión del vapor impulsaba unos alabes que hacían girar el eje. Turbinas de vapor como éstas fueron evolucionando hasta sustituir a los motores de pistones.
Actualmente no vemos motores de este tipo por nuestras calles. Y es que los motores de combustión externa también tienen algunos inconvenientes. Para empezar, necesitan más tiempo para ponerse en marcha ya que es necesario calentar la caldera y el circuito de agua. También suelen ser mas grandes, pesados y con una refrigeración mayor y mas compleja. A lo largo del siglo XX, estos problemas los fueron apartando gradualmente de cualquier aplicación relacionada con el transporte. Los famosos Liberty Ships, buques mercantes construidos por centenares durante la segunda guerra mundial, seguían utilizando los viejos pero fiables motores de vapor de triple-expansión. Después de esta guerra, el petróleo barato los marginó definitivamente.
Hoy en día, rodeados por buques y automóviles con motores de combustión interna, podría parecer que estamos hablando de una tecnología obsoleta. Pero se trata de un error. Los motores de combustión externa, casi siempre turbinas de vapor, han mantenido un nicho inexpugnable. La mayoría de nuestras centrales eléctricas siguen utilizando carbón, gas o uranio para calentar agua y obtener vapor que mueve sus turbinas y generadores. También son parte del funcionamiento de las centrales de ciclo combinado, las más avanzadas y con mejor rendimiento. Incluso tienen su lugar en instalaciones geotérmicas o centrales solares térmicas.
Todas las tecnologías disponibles como espejos cilindro-parabólicos, helióstatos para concentrar el sol en una torre o concentradores adaptados para utilizar motores Stirling pueden considerarse motores de "combustión" externa donde el sol ocupa el lugar de las calderas para calentar agua u otros fluidos.
Como el titán Atlas soportaba la Tierra, estos motores siguen soportando nuestra civilización de forma callada y oscura. Y, sean cuales sean nuestras futuras fuentes de energía, parecen bien colocados para seguir haciéndolo por mucho tiempo.
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