Experimentos con ratones en la Universidad de Yale, en EEUU, revelaron que los cromosomas sexuales bastan para determinar, por ejemplo, que las mujeres sean más propensas a desarrollar hábitos que los hombres.
Los resultados de la investigación, divulgados el domingo, tienen importantes implicaciones en la comprensión de los orígenes de las adicciones, y podrían llevar a tratamientos que identifiquen a los genes involucrados.
"Esta es la primera vez que una conducta ha sido asociada específicamente con cromosomas sexuales independientes de hormonas gonadales", indicó a AFP la principal investigadora, Jennifer Quinn.
Hace tiempo que los científicos observaron que los mamíferos hembras, tanto las cuadrúpedos como los humanos, son más propensos que los machos al comportamiento que genera hábitos, entre los que se incluyen las adicciones.
Las hormonas sexuales específicas reguladas por órganos gonadales explican en parte esa diferencia, pero no completamente.
Para saber si los genes también juegan un papel en esta división entre machos y hembras, un equipo de científicos liderados por Jane Taylor, de Yale, diseñaron un conjunto de experimentos con ratones mutantes.
A través de manipulación genética, los investigadores lograron dos variaciones de ratones, además de los normales machos y hembras: un ratón con gónadas masculinas pero con cromosomas sexuales femeninos y otro con gónadas femeninas y cromosomas sexuales masculinos.
Esto permitió medir separadamente el impacto de las hormonas y de los genes.
En los experimentos, los ratones en cada uno de los cuatro grupos debieron resolver por sí mismos cómo llegar a la comida.
Lo que comenzó como una conducta dirigida no tardó en convertirse en un hábito: en pocos días todos los ratones sabían alcanzar su objetivo correctamente sin dudar.
Los ratones con cromosomas XX -hembras normales y ratones con una combinación de cromosomas femeninos y gónadas masculinas- aprendieron más rápidamente, primer indicio de que los genes ayudan a explicar la diferencias entre sexos en la formación de hábitos.
Al final de un periodo de entrenamiento de nueve días, la mitad de cada grupo recibió lo que los investigadores llaman "aversión condicionada al sabor": tres inyecciones diarias de cloruro de litio inmediatamente después de cada comida libre.
"La droga hace que los animales se sientan mal", lo cual provoca que se alejen de la comida asociada a ese sentimiento, dijo Quinn.
"Si uno toma demasiado licor de menta, en el futuro puede querer evitar cualquier cosa con sabor mentolado. Es algo que los humanos experimentan todo el tiempo", agregó.
Dos días después del último intento, se les hizo a los ratones una "prueba" para ver si meterían sus narices en el mismo agujero donde encontraron comida en el período de entrenamiento, a pesar de que esta vez allí no había nada.
Las dos variantes de ratones XX con cromosomas femeninos -unos con gónadas masculinas y otros con gónadas femeninas-, quienes habían recibido la droga que provocaba náuseas, fueron derecho al lugar correcto. Los ratones XY tuvieron una actuación peor.
Esto mostró no sólo que los ratones de cromosomas XX desarrollaron hábitos más fuertes, sino que estos hábitos eran independientes de las hormonas.
Para verificar sus hallazgos, los investigadores repitieron sus experimentos removiendo las gónadas de los roedores.
Cuando el experimento se repitió con un periodo de entrenamiento más largo (de 15 días en lugar de nueve), los ratones XY, o masculinos, mostraron el mismo nivel de creación de hábito que los ratones XX, o femeninos, destacando así el delicado equilibrio entre la conducta mecánica y las acciones más "pensadas".
"Creemos que los resultados pueden aplicarse a las adicciones y su naturaleza compulsiva, pero nadie hizo pruebas sobre si existe esa diferencia sexual independiente de las hormonas en el hábito del consumo de drogas", dijo.
Los resultados de la investigación, divulgados el domingo, tienen importantes implicaciones en la comprensión de los orígenes de las adicciones, y podrían llevar a tratamientos que identifiquen a los genes involucrados.
"Esta es la primera vez que una conducta ha sido asociada específicamente con cromosomas sexuales independientes de hormonas gonadales", indicó a AFP la principal investigadora, Jennifer Quinn.
Hace tiempo que los científicos observaron que los mamíferos hembras, tanto las cuadrúpedos como los humanos, son más propensos que los machos al comportamiento que genera hábitos, entre los que se incluyen las adicciones.
Las hormonas sexuales específicas reguladas por órganos gonadales explican en parte esa diferencia, pero no completamente.
Para saber si los genes también juegan un papel en esta división entre machos y hembras, un equipo de científicos liderados por Jane Taylor, de Yale, diseñaron un conjunto de experimentos con ratones mutantes.
A través de manipulación genética, los investigadores lograron dos variaciones de ratones, además de los normales machos y hembras: un ratón con gónadas masculinas pero con cromosomas sexuales femeninos y otro con gónadas femeninas y cromosomas sexuales masculinos.
Esto permitió medir separadamente el impacto de las hormonas y de los genes.
En los experimentos, los ratones en cada uno de los cuatro grupos debieron resolver por sí mismos cómo llegar a la comida.
Lo que comenzó como una conducta dirigida no tardó en convertirse en un hábito: en pocos días todos los ratones sabían alcanzar su objetivo correctamente sin dudar.
Los ratones con cromosomas XX -hembras normales y ratones con una combinación de cromosomas femeninos y gónadas masculinas- aprendieron más rápidamente, primer indicio de que los genes ayudan a explicar la diferencias entre sexos en la formación de hábitos.
Al final de un periodo de entrenamiento de nueve días, la mitad de cada grupo recibió lo que los investigadores llaman "aversión condicionada al sabor": tres inyecciones diarias de cloruro de litio inmediatamente después de cada comida libre.
"La droga hace que los animales se sientan mal", lo cual provoca que se alejen de la comida asociada a ese sentimiento, dijo Quinn.
"Si uno toma demasiado licor de menta, en el futuro puede querer evitar cualquier cosa con sabor mentolado. Es algo que los humanos experimentan todo el tiempo", agregó.
Dos días después del último intento, se les hizo a los ratones una "prueba" para ver si meterían sus narices en el mismo agujero donde encontraron comida en el período de entrenamiento, a pesar de que esta vez allí no había nada.
Las dos variantes de ratones XX con cromosomas femeninos -unos con gónadas masculinas y otros con gónadas femeninas-, quienes habían recibido la droga que provocaba náuseas, fueron derecho al lugar correcto. Los ratones XY tuvieron una actuación peor.
Esto mostró no sólo que los ratones de cromosomas XX desarrollaron hábitos más fuertes, sino que estos hábitos eran independientes de las hormonas.
Para verificar sus hallazgos, los investigadores repitieron sus experimentos removiendo las gónadas de los roedores.
Cuando el experimento se repitió con un periodo de entrenamiento más largo (de 15 días en lugar de nueve), los ratones XY, o masculinos, mostraron el mismo nivel de creación de hábito que los ratones XX, o femeninos, destacando así el delicado equilibrio entre la conducta mecánica y las acciones más "pensadas".
"Creemos que los resultados pueden aplicarse a las adicciones y su naturaleza compulsiva, pero nadie hizo pruebas sobre si existe esa diferencia sexual independiente de las hormonas en el hábito del consumo de drogas", dijo.
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