Las células nerviosas maduras se componen de un cuerpo central rodeado de varias prolongaciones denominadas dendritas, que son las que reciben los mensajes de otras células nerviosas. Cada célula nerviosa transmite los mensajes a otras células nerviosas mediante otra prolongación llamada axón. Cada célula nerviosa contiene varias dendritas, pero sólo un axón. Si éste resulta dañado, por ejemplo por un traumatismo, no vuelve a crecer. Por esta razón, las lesiones cerebrales y de la médula espinal suelen acarrear minusvalías como la parálisis.
Las células nerviosas jóvenes, al contrario de lo que ocurre con las maduras, son capaces de repararse por sí mismas. Si el axón en crecimiento sufre algún tipo de daño, una de las dendritas jóvenes se convierte en axón, de manera que la célula nerviosa recupera su funcionalidad. En un trabajo de investigación reciente, científicos del Instituto de Neurobiología Max Planck en Alemania investigaron en el laboratorio células nerviosas adultas dañadas para comprobar si sus dendritas podrían ser forzadas a convertirse en axones.
Después de sólo cinco días, los científicos observaron que algunas dendritas de las células estudiadas se habían transformado en axones completamente funcionales, capaces de transmitir información a otras células nerviosas. Los investigadores descubrieron que el «esqueleto» de microtúbulos desempeñaba un papel fundamental a la hora de determinar si una prolongación se convierte en axón o en dendrita. Los científicos fueron capaces de estabilizar los microtúbulos administrando un medicamento llamado Paclitaxel que se utiliza en el tratamiento contra el cáncer con la función de fortalecer el esqueleto de la célula y prevenir una división celular descontrolada.
En las células nerviosas dañadas, el Paclitaxel hizo que se desarrollaran varios axones en una misma célula.
«Parece posible que, tras una lesión en las células nerviosas adultas, las dendritas-axones pueden llegar a establecer una conexión funcional con otras células», informó Susana Gomis-Rüth del Instituto de Neurobiología Max Planck.
El siguiente paso de los científicos será investigar si las dendritas pueden generar axones en organismos vivos y si la administración de Paclitaxel facilita esta tarea. De tener éxito, esta investigación podría conducir al desarrollo de nuevos tratamientos con los que reparar daños producidos en el sistema nervioso central.
Esta investigación contó con apoyo comunitario en forma de una beca intraeuropea Marie Curie.
Las células nerviosas jóvenes, al contrario de lo que ocurre con las maduras, son capaces de repararse por sí mismas. Si el axón en crecimiento sufre algún tipo de daño, una de las dendritas jóvenes se convierte en axón, de manera que la célula nerviosa recupera su funcionalidad. En un trabajo de investigación reciente, científicos del Instituto de Neurobiología Max Planck en Alemania investigaron en el laboratorio células nerviosas adultas dañadas para comprobar si sus dendritas podrían ser forzadas a convertirse en axones.
Después de sólo cinco días, los científicos observaron que algunas dendritas de las células estudiadas se habían transformado en axones completamente funcionales, capaces de transmitir información a otras células nerviosas. Los investigadores descubrieron que el «esqueleto» de microtúbulos desempeñaba un papel fundamental a la hora de determinar si una prolongación se convierte en axón o en dendrita. Los científicos fueron capaces de estabilizar los microtúbulos administrando un medicamento llamado Paclitaxel que se utiliza en el tratamiento contra el cáncer con la función de fortalecer el esqueleto de la célula y prevenir una división celular descontrolada.
En las células nerviosas dañadas, el Paclitaxel hizo que se desarrollaran varios axones en una misma célula.
«Parece posible que, tras una lesión en las células nerviosas adultas, las dendritas-axones pueden llegar a establecer una conexión funcional con otras células», informó Susana Gomis-Rüth del Instituto de Neurobiología Max Planck.
El siguiente paso de los científicos será investigar si las dendritas pueden generar axones en organismos vivos y si la administración de Paclitaxel facilita esta tarea. De tener éxito, esta investigación podría conducir al desarrollo de nuevos tratamientos con los que reparar daños producidos en el sistema nervioso central.
Esta investigación contó con apoyo comunitario en forma de una beca intraeuropea Marie Curie.
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