Komarov nació en Moscú el 16 de mayo de 1927. El inicio de su carrera como cosmonauta empezó en la década de 1960, coincidiendo con un momento de gran desarrollo espacial: El lanzamiento de las misiones Vostok.
Las Vostok eran las primeras expediciones espaciales soviéticas y del mundo entero (de hecho, la misión Vostok 1 fue el viaje de Yuri Gagarin, el primer hombre en salir al espacio exterior). Komarov tuvo su primer contacto con las misiones Vostok al trabajar como suplente de Pavel Popovich en la Vostok 4. Sin embargo, sus servicios no fueron necesitados y Komarov quedó simplemente relegado misiones secundarias en la base de control.
No fue hasta el lanzamiento de la nave Voskhod 1 en el año 1964 cuando Komarov pudo por fin cumplir su sueño de abandonar la Tierra. En su primera misión espacial, ostentó el cargo de comandante piloto y fue acompañado de otros dos cosmonautas: El ingeniero Konstantin Feoktistov y el doctor médico Boris Yegorov. En realidad, esta fue la primera misión en la que más de un astronauta (o cosmonauta en este caso) viajó en la misma nave.
El objetivo de esta misión soviética era el de vencer a los estadounidenses, que estaban llevando a cabo del programa Gemini, logrando así el hito de poner en órbita a un equipo de tripulantes en vez de a sólo un hombre. La misión fue finalmente un éxito: Los cosmonautas aprovecharon para hacer investigaciones biomédicas y, sobre todo, al modo de organización que debía tener un grupo de varios tripulantes en una misión espacial.
La Voskhod 1 volvió a Tierra tras 24 horas en el espacio y la comunidad internacional la calificó como un logro muy importante en la carrera espacial. Parece que la carrera de Komarov como cosmonauta iba viento en popa y tenía un gran futuro por delante tras su éxito en esta misión.
Por desgracia, no fue así y Komarov ganó su puesto en la historia debido a otra razón mucho más triste.
La misión que acabaría con su vida: Soyuz 1
Todo comenzó cuando la Unión Soviética decidió poner en marcha la misión Soyuz 1.
La Soyuz 1 tenía como objetivo probar y planificar el sistema de intercambio de astronautas entre dos naves.
¿Qué quiere decir esto? Es muy sencillo: La Soyuz 1 despegaría y, una vez que estuviera en el espacio, una segunda nave, la Soyuz 2, se acoplaría a ella para que sus pasajeros hicieran un intercambio de naves. Era una misión con objetivo experimental, para dominar los principios básicos de cómo debían ser estos intercambios.
La Soyuz 1 sólo iría tripulada por un cosmonauta. Tras muchas discusiones, se decidió que Komarov, quien ya tenía experiencia en otros viajes, sería el responsable de la la nave. Además, el suplente de Komarov en caso de que éste no pudiera volar era uno de los héroes más importantes de la astronáutica soviética: El ya mencionado Yuri Gagarin. Sin embargo, Komarov tenía muy malos presentimientos con esta misión y estaba asustado: Todos los vuelos de prueba no tripulados que se habían realizado habían fracasado estrepitosamente.
En total, cuatro naves no tripuladas que debían haber hecho la función de la Soyuz 1 habían fracasado en sus misiones (la nave Cosmos 133 se había quedado sin combustible a mitad de camino; la nave Cosmos 140A explotó antes de despegar; la nave Cosmos 140 experimentó problemas de altitud y abusó de sus reservas de combustible; y la nave Cosmos 154 se quemó y se desintegró al intentar regresar a la Tierra).
Como vemos, las cuatro naves de prueba que habían precedido a la Soyuz 1 dejaban un muy mal sabor de boca en los astronautas soviéticos, que todavía no se veían preparados para lanzar la nave tripulada y lo consideraban una locura. ¿Qué les impulsó entonces a arriesgarse a mandar una nave tripulada y poner en riesgo la vida de un experimentado cosmonauta? La razón parece ser, evidentemente, política.
Según parece, el dirigente soviético Leonid Brézhnev y el militar Dmitri Ustínov fueron los responsables del desastre. Como ya sabréis, la Unión Soviética estaba continuamente compitiendo con Estados Unidos para superarle tecnológicamente en la carrera espacial, por lo que necesitaban avances rápidos que les dieran ventaja frente a sus competidores.
De hecho, hay una anécdota que cuenta que cuando Komarov mostró su desacuerdo con la idea de que lo enviaran tan pronto al espacio, Ustínov le dijo enfadado que si no accedía a pilotar la nave sería capaz de "quitarle las estrellas del pecho y los galones de los hombros".
El director del programa Soyuz, Vasili Mishin, debido a las presiones políticas, también les obligaba a sus hombres para que trabajaran más deprisa y cumplieran con los plazos acordados. Y, si alguno de los científicos mostraba su desacuerdo con enviar a Komarov al espacio, les gritaba: "¡No quiero cobardes en mis naves!". Era una carrera a contrarreloj.
Teniendo en cuenta estas presiones, es fácil imaginarse la falta de comprobaciones de seguridad con la que partió la Soyuz 1. De hecho, una semana antes del despegue, Komarov dijo en un tono desesperanzador:
Si yo no vuelo, mandarán al piloto de reserva. Yuri morirá en mi lugar.
Sea como sea, lo cierto es que finalmente Komarov tuvo el suficiente valor como para embarcarse en la misión y aceptar el puesto como piloto. El día 23 de abril de 1967, despegaba la Soyuz 1.
En un primer momento todo fue bien. El despegue se realizó sin problemas aparentes y entró en órbita con facilidad.
Pero a partir de ese momento, todo fue de mal en peor: Al abrir los paneles solares que tendrían que apoyar energéticamente a la nave, uno de ellos se quedó bloqueado y no consiguió desplegarse. Este gran fallo, además de reducir considerablemente las reservas energéticas de la nave, conllevaba grandes problemas: Creaba un problema de simetría en la nave, desestabilizaba los radares, dificultaba el control térmico de la nave…
Komarov intentó hacer cualquier cosa por solucionar el problema. Incluso probó un sistema de emergencia que consistía en darle patadas al panel solar para que se desplegara. No obtuvo resultados. Desesperado, les gritó a sus compañeros:
Maldita máquina. ¡Nada de lo que hago funciona!
Mientras tanto, en tierra, los ingenieros veían un futuro muy negro para la misión. Intentaron buscar alguna solución para el problema, llegando incluso a plantearse la posibilidad de enviar antes de lo previsto a la Soyuz 2 para que sus tripulantes repararan la primera nave. Esta idea, a pesar de parecer bastante buena a primera vista, era muy difícil de realizar: El tiempo tormentoso era bastante molesto para el lanzamiento, las posibilidades de que llegara a tiempo eran escasas…
Finalmente, se decidió no lanzar la Soyuz 2 y se optó por otra idea más sensata: Hacer que la Soyuz 1 volviera a la Tierra lo antes posible. El plan de actuación se puso en marcha. La escena parecía sacada de una película de acción: Desde Tierra, Yuri Gagarin le transmitía las órdenes a Komarov para su regreso; el director de la expedición, Vasili Mishin, le deseaba suerte; el primer ministro soviético Alekséi Kosygin se presentaba en persona para darle ánimos a Komarov; y finalmente, en privado, su esposa contactaba con él mientras Komarov se despedía para siempre.
La batería proporcionaba a la nave de energía suficiente para lograr dos órbitas más alrededor de la Tierra, y la reserva especial que se activaba en caso de que la primera se agotara, permitía otras tres órbitas terrestres. Las maniobras de parada de la nave se iniciaron mientras orbitaba en el lado nocturno de la Tierra: Usando un perioscopio y tomando a la Luna como referencia para orientarse, Komarov hizo que la cápsula girara sobre sí misma para estabilizarse y comenzar el frenado.
Entonces, cuando la nave estaba frenándose, el combustible se acabó bruscamente y el sistema de navegación ordenó el apagado de los motores. La situación ahora era de vida o muerte: La nave estaba entrando en la Tierra en modo balístico. En ese momento, Komarov abrió los paracaídas de la nave.
Para su desgracia, el compartimento de los paracaídas, debido al enorme calor al que estaba siendo expuesto con la entrada a la Tierra, se había fundido. Esto provocó que los paracaídas principales (los cuales también tenían fallos de diseño) no se desplegaran correctamente y que el paracaídas de repuesto se enredara y no consiguiera desplegarse.
Básicamente, la explicación del fallo con los paracaídas es la siguiente: El paracaídas principal debía de haberse abierto cuando un paracaídas más pequeño (el paracaídas guía) tirara de él; sin embargo, el paracaídas guía (el cual sí consiguió abrirse) no aplicó la suficiente fuerza y el principal se quedó atascado.
La nave se estrelló contra la superficie terrestre a una velocidad de 200 Km/h, quedando así destrozada y acabando con la vida del valiente Komarov. Las últimas palabras de Komarov fueron prácticamente inaudibles, pero se cree que maldijo a los diseñadores de su nave espacial y a los controladores que lo dirigían (aunque probablemente esto sólo sea un error debido a la mala comprensión de la grabación y al romanticismo del que los medios impregnaron después la historia).
Los restos que se encontraron del cosmonauta fueron enterrados en la muralla del Kremlin, donde reposaban los restos de algunos de los más importantes personajes de la unión Soviética, tales como Lenin o Stalin. En su honor han sido nombrados diversos objetos astronómicos: El asteroide Komarov (número 1836), el cráter lunar Komarov…
Komarov también tiene en su honor una obra sinfónica de Brett Dean llamada "Komarov's fall", que se puede encontrar en el disco The Planets. Más recientemente, en abril de 2010, el grupo estonio Allan Vainola le dedicó una canción a Komarov, "Planeetidegi raskus kehtib vahel", la cual podéis escuchar aquí.
Y para terminar, dejo un rumor más que divulgaron algunas fuentes: Según se dice, Yuri era un gran amigo de Komarov y siempre había existido un gran compañerismo entre ellos. Por eso, cuando se enteró de que las causas de su muerte habían sido políticas, le tiró un copa de champán en la cara al dirigente soviético Leonid Brézhnev. Por supuesto, como en todos los rumores, no se puede confirmar la veracidad de este dato, pero lo cierto es que Yuri siempre se sintió profundamente afectado por la muerte de su colega, el primer mártir espacial.
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