Estos hallazgos afirman que la grasa es una fuente excelente de células madre mesenquimales, fáciles de purificar y cultivar y que tienen una excelente capacidad de regenerar el tejido vascular del corazón. Los hallazgos son consistentes con estudios en modelos animales que revelaban que las células madre derivadas de la grasa son beneficiosas en la reparación de corazón con isquemia crónica al producir nuevos vasos.
Pese a que los mamíferos han perdido la capacidad de regeneración de los tejidos que poseen los reptiles, en su corazón mantienen todavía pequeñas cantidades de células madre con capacidad regenerativa.
Al final de la vida de un corazón humano se han renovado cerca de la mitad de las células que tenía al nacer, con una tasa de renovación que disminuye desde el 2% anual a los 20 años hasta menos del 0,5% anual cuando se superan los 70 años de edad. Esta capacidad de renovación cardiaca es insuficiente para hacer frente a las agresiones no previstas por la naturaleza, como por ejemplo el infarto de miocardio.
"Reinventar" el transplante cardíaco
"La escasez de donantes obliga a "reinventar" el trasplante cardíaco y a perfeccionar las estrategias de reparación y sustitución parcial o total del corazón", comenta Francisco Fernández-Avilés, director del 'VII Simposio sobre Terapia de Células Madre e Innovación Cardiovascular', que se celebrará en Madrid los días 6 y 7 de mayo y que cuenta con la participación de expertos como Magdi Yacoub, Doris Taylor, Valentín Fuster, Juan Carlos Izpisúa, Arturo Fernández-Cruz y Rafael Matesanz.
Sobre las células adultas ya disponibles piensa que "la apuesta está fundamentalmente en las células del tejido adiposo. Los resultados del estudio PRECISE sientan las bases para el desarrollo de estudios clínicos a gran escala", concluye.
La insuficiencia cardiaca crónica, causada fundamentalmente por el fallo cardiaco que se produce después de un infarto, es el principal problema de salud de la sociedad moderna, ya que tiene una mortalidad que supera a la de los cánceres más malignos, deteriora de forma muy marcada la calidad de vida y produce un consumo de recursos que está empezando a desbordar la capacidad de los sistemas sanitarios.
Dado que no se esperan avances farmacológicos en este campo, la medicina regenerativa es la mayor esperanza para combatir o prevenir la insuficiencia cardíaca en las próximas décadas.
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