"Cuidado, cyberdaters (aquellos que buscan citas en la internet). Pueden encontrarse en una charla erótica con alguien llamado Bambi4You, que es realmente un hombre fingiendo ser mujer", escribían el Día de San Valentín de 1995 en el periódico San Petersbourg Times.
Un estudio realizado por la asociación Pew Internet & American Life Project revela en cambio, según datos de 2006, que el 52% de las personas que han iniciado relaciones por internet en Estados Unidos consideran que el balance ha sido positivo y que tres de cada cuatro solteros han buscado, en algún momento, pareja en la red.
En cualquier caso, un estudio de las páginas españolas Ya.com y MetaScore, aporta el dato de que más del 60% de la población encuestada -sobre una muestra de cinco mil personas- considera que las relaciones on line no son ni más ni menos beneficiosas, fieles o duraderas que una relación convencional.
"Aunque el otro sea inicialmente invisible en la red, una persona crea, sin embargo, una impresión general de cómo es a raíz de su comportamiento comunicativo", explica en su estudio Nicola Doering, profesora de la Universidad de Tecnología Ilmenau (Alemania), y especialista en investigación en medios y comunicación.
Efectivamente, cada vez más, la internet refleja en su espectro de relaciones humanas lo que sucede, para bien y para mal, en la vida anteriormente conocida como real. Por ello, sobre su aura futurista y minoritaria de principios de los 90 han caído también los convencionalismos de la normalización.
Por un lado, la red no es ajena a las obsesiones de sus usuarios y "existe gente que limita su radio de comportamiento drásticamente durante el curso de un "ciberromance" y tiene serias y negativas consecuencias entre su entorno psicológico, físico y social", según Doering.
Por otro, la expresión de amor global, sin prejuicios y libre, que acompañó a la red en un principio ha sido contrarrestada por la adopción de los patrones habituales e incluso obsoletos del romance clásico en las páginas de contactos.
Mientras la red sigue siendo una fuente casi infalible de encuentros sexuales -físicos y virtuales-, las relaciones sentimentales se sesgan por el filtro de perfiles y cuestionarios que no dejan lugar a la sorpresa y apuntan a un - en cierta manera conservador- encuentro entre iguales.
De hecho, en España y según el estudio de Ya.com y MetaScore, la gran mayoría reconoce no buscar pareja o amigos, sino simplemente personas con las que compartir filias y fobias, y luego, como dice la clásica frase de las páginas de contactos - "a lo que surja".
En cualquier caso, parece que la evolución ha tenido también su razón económica.
La mejor arma contra un prejuicio es buen negocio y así, los ingresos en publicidad son masivos en páginas como Yahoo personal -la líder estadounidense en relaciones personales por internet- y no se ha hecho esperar la aparición de páginas que ofrecen matrimonios on line y su consecuencia lógica, el divorcio al estilo web.
Sin embargo, la comprobación fáctica no siempre es el objetivo principal, pues un 52 % de los cibernautas encuestados en España para el estudio de Ya.com confiesa que no ha conocido personalmente a sus relaciones personales -de cualquier tipo- forjadas en la red.
Y es que, al margen de los índices de éxito en su traslación a la realidad, el "ciberamor" también reivindica su sentido y su belleza autónoma en las coordenadas del universo virtual, como detonante de ilusiones y destinatario de anhelos.
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