Icarus, el hijo de Daedalus
Si hay una cosa que nos diferencia del resto de los animales es nuestra capacidad de soñar despiertos. Podemos soñar, por ejemplo, con poder viajar a las estrellas, con dejar este planeta y pisar otros en donde también haya vida y seres inteligentes. Ahora que estamos descubriendo muchos otros planetas allá arriba la idea de poder visitarlos se torna muy seductora, y lo será aún más cuando descubramos planetas similares a la Tierra. Aunque viajar a las estrellas es relativamente fácil, hacerlo en un tiempo que no sea excesivo es muy difícil. Viajar con la tecnología convencional a la estrella más cercana y tardar miles de años no parece un proyecto muy atractivo.
Hace más de treinta años que la British Interplanetary Society propuso el proyecto Daedalus, que era un diseño conceptual de lo que podría ser una nave espacial no tripulada de dos etapas que, en el transcurso de una vida humana (50 años), alcanzara una estrella cercana. Se propuso la estrella Barnard, a 6 años luz de distancia, porque en aquel entonces se creía que tenías planetas orbitando en torno a ella (luego se vio que no era así).
Pero los conocimientos sobre fusión nuclear u otras tecnologías que permitirían construir esta nave han avanzado durante todo este tiempo. Ahora esta misma sociedad se ha juntado con la fundación Tau Zero y pretende rediseñado el Daedalus. El nuevo proyecto, como no podía ser de otra manera, se llama Icarus. Como producto secundario de este estudio estaría el que podemos ser conscientes de los avances realizados en fusión nuclear desde que se concibió Daedalus por primera vez.
En el diseño original se realizaba la fusión nuclear de unas bolitas de deuterio y He3 gracias a unos haces de electrones. Las bolitas explotaban y sus subproductos se desviaban con un paraguas magnético para que así hicieran de flujo de empuje. La operación que se realizaba cientos de veces por segundo para así tener un empuje suave que proporcionaría una aceleración tal que permitiera alcanzar un 12% de la velocidad de la luz.
Hacer que un sistema así funcione ininterrumpidamente durante 50 años en condiciones tan extremas es todo un desafío, por no decir casi imposible. El acopio de combustible es también un problema. Además, en el sistema original no se detenía la nave al llegar al nuevo sistema, sino que pasaba de largo. En definitiva, la condición de los 50 años pesaba mucho sobre ese diseño. Porque diseñar cuyo resultado no se va a ver no es asumible por una sociedad que ya no construye catedrales góticas.
¿Puede ser el proyecto Icarus más exitoso? No lo sabemos aun, pues todavía están trabajando en el proyecto y el artículo publicado en los ArXiv no es más un análisis de los problemas de Daedalus y una lista de buenas intenciones sobre Icarus. En otras palabras, una propuesta para ver si se encuentra financiación para los estudios teóricos.
No estaría mal disponer de un diseño de una nave espacial realista y práctica basada en Física no especulativa que permita viajar a alguna estrella cercana. Soñar es gratis, o casi.
Hace más de treinta años que la British Interplanetary Society propuso el proyecto Daedalus, que era un diseño conceptual de lo que podría ser una nave espacial no tripulada de dos etapas que, en el transcurso de una vida humana (50 años), alcanzara una estrella cercana. Se propuso la estrella Barnard, a 6 años luz de distancia, porque en aquel entonces se creía que tenías planetas orbitando en torno a ella (luego se vio que no era así).
Pero los conocimientos sobre fusión nuclear u otras tecnologías que permitirían construir esta nave han avanzado durante todo este tiempo. Ahora esta misma sociedad se ha juntado con la fundación Tau Zero y pretende rediseñado el Daedalus. El nuevo proyecto, como no podía ser de otra manera, se llama Icarus. Como producto secundario de este estudio estaría el que podemos ser conscientes de los avances realizados en fusión nuclear desde que se concibió Daedalus por primera vez.
En el diseño original se realizaba la fusión nuclear de unas bolitas de deuterio y He3 gracias a unos haces de electrones. Las bolitas explotaban y sus subproductos se desviaban con un paraguas magnético para que así hicieran de flujo de empuje. La operación que se realizaba cientos de veces por segundo para así tener un empuje suave que proporcionaría una aceleración tal que permitiera alcanzar un 12% de la velocidad de la luz.
Hacer que un sistema así funcione ininterrumpidamente durante 50 años en condiciones tan extremas es todo un desafío, por no decir casi imposible. El acopio de combustible es también un problema. Además, en el sistema original no se detenía la nave al llegar al nuevo sistema, sino que pasaba de largo. En definitiva, la condición de los 50 años pesaba mucho sobre ese diseño. Porque diseñar cuyo resultado no se va a ver no es asumible por una sociedad que ya no construye catedrales góticas.
¿Puede ser el proyecto Icarus más exitoso? No lo sabemos aun, pues todavía están trabajando en el proyecto y el artículo publicado en los ArXiv no es más un análisis de los problemas de Daedalus y una lista de buenas intenciones sobre Icarus. En otras palabras, una propuesta para ver si se encuentra financiación para los estudios teóricos.
No estaría mal disponer de un diseño de una nave espacial realista y práctica basada en Física no especulativa que permita viajar a alguna estrella cercana. Soñar es gratis, o casi.
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