no dan tanta humedad
La mayoría de las plantas respiran a través de estomas, unos poros minúsculos situados en la parte inferior de sus hojas que les permiten absorber CO2 mientras emiten vapor de agua como parte del proceso. El CO2 entrante se transforma en azúcares que la planta utiliza como energía o integra en las paredes celulares. La humedad saliente contribuye a enfriar la planta y a regar las raíces. Conocidas como transpiración, estas emisiones de vapor se suman asimismo a la cantidad total de agua en el aire y en la tierra.
Las plantas abren y cierran los estomas para regular este intercambio de gases; las especies más antiguas incluso se adaptan ajustando el número o tamaño de estomas en las nuevas formaciones. Este proceso se activa, entre otras cosas, con las variaciones en los niveles de CO2. La flexible flora de Florida, frente a un aumento continuo del CO2, parece hacer estado tapando sus poros.
Investigadores de la Universidad de Utrecht (Países Bajos) y de la Universidad de Indiana (Estados Unidos) compararon la densidad de estomas en diversas plantas vivas con información de herbarios y de formaciones de turba. Descubrieron que los especímenes actuales son un 34 % más cortos que los de hace un siglo y medio. «El aumento del dióxido de carbono en unas cien partes por millón ha afectado considerablemente al número de estomas y, en menor medida, a su tamaño», afirma David Dilcher del Departamento de Biología del campus de Bloomington de la Universidad de Indiana (Estados Unidos).
Según se reduce la capacidad máxima de absorción de CO2, también lo hace la capacidad máxima de emisión de vapor. «Nuestro análisis de ese cambio estructural indica que se ha producido una colosal reducción en la emisión de agua a la atmósfera», afirma el Dr. Dilcher.
«El ciclo del carbono es importante, pero también lo es el ciclo del agua», explica. «Si disminuye la transpiración, en un primer momento puede haber más humedad en la tierra, pero si hay menos lluvia, a la larga es posible que disminuya dicha humedad. Es parte del ciclo hidrogeológico y las plantas terrestres constituyen un elemento esencial del mismo».
El Dr. Dilcher ha participado en la elaboración de dos publicaciones que presentan los hallazgos del equipo en el Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) de los Estados Unidos. «La primera publicación muestra la relación entre la temperatura, la transpiración y la densidad de estomas», señala. «La segunda se centra en aplicar realmente lo que sabemos con vistas al futuro».
De hecho, las repercusiones a largo plazo para el medio ambiente podrían ser significativas. Según los autores de la segunda publicación, «la adaptación de las plantas al aumento de CO2 está modificando el ciclo hidrológico y el clima, y seguirá haciéndolo durante lo que resta de siglo». Las previsiones del equipo, que se centró en la vegetación subtropical en Florida, sugieren que la cantidad de agua liberada al aire a través de la transpiración podría reducirse a la mitad si los niveles actuales de CO2 se duplicasen desde las 390 partes por millón (ppm) actuales a 800 ppm.
Las plantas abren y cierran los estomas para regular este intercambio de gases; las especies más antiguas incluso se adaptan ajustando el número o tamaño de estomas en las nuevas formaciones. Este proceso se activa, entre otras cosas, con las variaciones en los niveles de CO2. La flexible flora de Florida, frente a un aumento continuo del CO2, parece hacer estado tapando sus poros.
Investigadores de la Universidad de Utrecht (Países Bajos) y de la Universidad de Indiana (Estados Unidos) compararon la densidad de estomas en diversas plantas vivas con información de herbarios y de formaciones de turba. Descubrieron que los especímenes actuales son un 34 % más cortos que los de hace un siglo y medio. «El aumento del dióxido de carbono en unas cien partes por millón ha afectado considerablemente al número de estomas y, en menor medida, a su tamaño», afirma David Dilcher del Departamento de Biología del campus de Bloomington de la Universidad de Indiana (Estados Unidos).
Según se reduce la capacidad máxima de absorción de CO2, también lo hace la capacidad máxima de emisión de vapor. «Nuestro análisis de ese cambio estructural indica que se ha producido una colosal reducción en la emisión de agua a la atmósfera», afirma el Dr. Dilcher.
«El ciclo del carbono es importante, pero también lo es el ciclo del agua», explica. «Si disminuye la transpiración, en un primer momento puede haber más humedad en la tierra, pero si hay menos lluvia, a la larga es posible que disminuya dicha humedad. Es parte del ciclo hidrogeológico y las plantas terrestres constituyen un elemento esencial del mismo».
El Dr. Dilcher ha participado en la elaboración de dos publicaciones que presentan los hallazgos del equipo en el Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) de los Estados Unidos. «La primera publicación muestra la relación entre la temperatura, la transpiración y la densidad de estomas», señala. «La segunda se centra en aplicar realmente lo que sabemos con vistas al futuro».
De hecho, las repercusiones a largo plazo para el medio ambiente podrían ser significativas. Según los autores de la segunda publicación, «la adaptación de las plantas al aumento de CO2 está modificando el ciclo hidrológico y el clima, y seguirá haciéndolo durante lo que resta de siglo». Las previsiones del equipo, que se centró en la vegetación subtropical en Florida, sugieren que la cantidad de agua liberada al aire a través de la transpiración podría reducirse a la mitad si los niveles actuales de CO2 se duplicasen desde las 390 partes por millón (ppm) actuales a 800 ppm.
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