"El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir." EINSTEIN


martes, 29 de marzo de 2011

Los animales que duermen mucho poseen un sistema inmunológico más fuerte


Expertos en biología evolutiva de Alemania, Reino Unido y Estados Unidos han descubierto que los animales que duermen más tiempo sufren menos infecciones parasitarias y cuentan con una mayor concentración de células inmunológicas en sangre. Estos hallazgos, publicados en la revista BMC Evolutionary Biology, pueden ayudar a definir la influencia del sueño en la respuesta inmunológica de los seres humanos.

En palabras de los autores, «el sueño es un enigma biológico». Según explica el investigador principal, el Dr. Brian Preston del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Alemania, a pesar del tiempo que se ha dedicado a ello y de los estudios a gran escala sobre la materia, hasta el momento no se ha podido explicar la razón por la que las distintas especies han evolucionado de forma tan dispar en lo que se refiere a sus necesidades de sueño.
El sueño es un estado aparentemente improductivo en el cual los animales son vulnerables y en gran medida inconscientes de lo que les rodea. Resulta sorprendente que se dedique tanto tiempo a dormir teniendo en cuenta que supone un mayor riesgo de ser presa de algún depredador y reduce las oportunidades de encontrar alimento o reproducirse. Como concluye el estudio, «los beneficios del sueño deben de ser muy importantes para que merezca la pena asumir tales riesgos».
Sin embargo, los resultados de las investigaciones sobre la relación entre la evolución de los patrones de sueño y factores como la reparación cerebral o el aprendizaje son dispares. En esta última investigación, el equipo evaluó la teoría que postula que el sueño mejora la función inmunológica, lo que requiere cantidades ingentes de energía, contrastando los tiempos de sueño observados en distintas especies (varias especies de mamíferos cuyo régimen de sueño oscila entre las tres y las veinte horas diarias) con datos relativos a su función inmunológica y al parasitismo.
Estos científicos recabaron información de dos bases de datos: la del ISIS (Sistema Internacional de Información de Especies), donde obtuvieron datos relativos a la composición sanguínea de animales sanos de zoológico, y la «Base de Datos de Parásitos de los Mamíferos» (Global Mammal Parasite Database), que les proporcionó información detallada sobre los principales virus, bacterias y hongos que afectan a los animales salvajes. Se compararon estos datos con la información sobre los patrones de sueño con y sin movimientos oculares rápidos (MOR y NMOR respectivamente) de estas mismas especies obtenida mediante un estudio exhaustivo de la bibliografía existente en la materia.
Los investigadores descubrieron que a medida que se alargan los patrones de sueño de las especies, su cifra de leucocitos aumenta de manera exponencial: un aumento de 14 horas en los tiempos de sueño se corresponde con un incremento del 615 % en el número de leucocitos. Esta proporción se confirmó en cuatro de los cinco tipos de leucocitos estudiados. Otro hallazgo importante de este equipo de biólogos es que un patrón de sueño más largo no implica un aumento de las proporciones de otros componentes de la sangre. De este hecho se desprende que el aumento generalizado de las defensas inmunológicas de los animales no va acompañado de una mayor producción de otros tipos de células.
Asimismo, descubrieron que la cantidad de leucocitos en sangre se incrementa de forma proporcional a la prolongación de los ciclos de sueño MOR y NMOR, lo que contradice los resultados de algunos estudios anteriores.
El equipo de investigadores constató un hecho muy relevante: en las doce especies en las que se pudo estudiar la actividad parasitaria, el número de infecciones de este tipo disminuía de forma paralela a la evolución hacia patrones de sueño más largos.
Según se explica en el estudio, «los resultados que hemos obtenido indican que la resistencia a la actividad parasitaria está muy ligada a la evolución del sueño, lo que implica que el sueño tiene mucha más importancia a nivel inmunológico de la que se le suele atribuir».
Los autores sugieren que «el sueño alimenta el sistema inmunológico», lo que contradice las teorías más extendidas que asocian el sueño con la actividad cerebral principalmente. «Estos resultados indican que las especies de mamíferos con patrones de sueño más largos dedican más recursos a sus sistemas inmunológicos y por consiguiente están más protegidas contra las infecciones parasitarias».
Sus hallazgos subrayan la necesidad de abordar el aumento de las alteraciones del sueño y la reducción de las horas de sueño de la población humana, observados durante las últimas décadas. Los autores insisten en la necesidad de detectar los mecanismos fisiológicos que subyacen a la influencia del sueño sobre el sistema inmunológico para poder establecer una relación clara entre el déficit de sueño y la propensión a padecer infecciones.












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