El mecanismo parece ser muy similar al que se produce cuando las zonas activas del cerebro aumentan el flujo sanguíneo local y reciben así más oxígeno y nutrientes", explica Ignacio Torres-Alemán, director del estudio e investigador del Instituto Cajal (CSIC).
Los científicos han hallado el mecanismo gracias al cual las zonas activas del cerebro obtengan selectivamente de la sangre una proteína que controla el crecimiento, la supervivencia y la excitabilidad de las neuronas, un factor neurotrófico denominado IGF-1 (insulina-like growth factor-1).
"Es un factor citoprotector muy potente y muy versátil", destaca Torres-Alemán. Este factor desempeña un importante papel en la protección neuronal y en el mantenimiento de las capacidades cognitivas e intelectuales. Los resultados aparecen publicados en el último número de la revista Neuron.
Los científicos combinaron distintas técnicas y observaron en ratas que el proceso se inicia en función de la actividad cerebral. Las zonas del cerebro que están ejecutando alguna tarea acumulan de forma selectiva el IGF-1 sanguíneo. Este péptido, semejante a la insulina, se produce en todos los tejidos, incluido el propio cerebro, aunque se encuentra concentrado sobre todo en la sangre.
La actividad cerebral como medida antienvejecimiento
Para los investigadores, los resultados explican por qué la actividad mental es beneficiosa para la salud del cerebro. "En cierta forma, la actividad cerebral se puede considerar como una medida antienvejecimiento, ya que ayuda a mantener las capacidades intelectuales", subraya Torres-Alemán.
El mecanismo, denominado por los científicos "acoplamiento neurotrófico", puede servir para desarrollar nuevas terapias de rehabilitación neuronal basadas en actividad y aporte neurotrófico. "Se podría combinar un ejercicio neurorehabilitador, o directamente estímulos cerebrales dirigidos, junto con administración de IGF-1", añade.
Por último, el trabajo demuestra que el intercambio de sustancias desde las zonas periféricas al cerebro "es mucho más intenso y relevante de lo que hasta ahora se creía".
Los científicos han hallado el mecanismo gracias al cual las zonas activas del cerebro obtengan selectivamente de la sangre una proteína que controla el crecimiento, la supervivencia y la excitabilidad de las neuronas, un factor neurotrófico denominado IGF-1 (insulina-like growth factor-1).
"Es un factor citoprotector muy potente y muy versátil", destaca Torres-Alemán. Este factor desempeña un importante papel en la protección neuronal y en el mantenimiento de las capacidades cognitivas e intelectuales. Los resultados aparecen publicados en el último número de la revista Neuron.
Los científicos combinaron distintas técnicas y observaron en ratas que el proceso se inicia en función de la actividad cerebral. Las zonas del cerebro que están ejecutando alguna tarea acumulan de forma selectiva el IGF-1 sanguíneo. Este péptido, semejante a la insulina, se produce en todos los tejidos, incluido el propio cerebro, aunque se encuentra concentrado sobre todo en la sangre.
La actividad cerebral como medida antienvejecimiento
Para los investigadores, los resultados explican por qué la actividad mental es beneficiosa para la salud del cerebro. "En cierta forma, la actividad cerebral se puede considerar como una medida antienvejecimiento, ya que ayuda a mantener las capacidades intelectuales", subraya Torres-Alemán.
El mecanismo, denominado por los científicos "acoplamiento neurotrófico", puede servir para desarrollar nuevas terapias de rehabilitación neuronal basadas en actividad y aporte neurotrófico. "Se podría combinar un ejercicio neurorehabilitador, o directamente estímulos cerebrales dirigidos, junto con administración de IGF-1", añade.
Por último, el trabajo demuestra que el intercambio de sustancias desde las zonas periféricas al cerebro "es mucho más intenso y relevante de lo que hasta ahora se creía".
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