Tales cambios en las prácticas de producción repercutirían positivamente no sólo en el medio ambiente, sino también en el bolsillo de los ganaderos. En concreto, los ganaderos de renta baja podrían obtener unas ganancias de 1.300 millones de dólares (cerca de 1.000 millones de euros) al año vendiendo el carbono ahorrado en los mercados mundiales.
«Estas medidas de ganadería, sencillas desde el punto de vista tecnológico, podrían influir notablemente en el proceso de acumulación de gases de efecto invernadero y también generar ingresos para los ganaderos de menor renta», explicó uno de los autores del estudio, el profesor Philip Thornton, asociado al ILRI y a la Universidad de Copenhague (Dinamarca).
Las empresas del sector de la ganadería son responsables del 18% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Estas emisiones se deben a la deforestación que tiene lugar en diversos países tropicales con el fin de cultivar la tierra con pastos y piensos, así como a las propias emisiones de metano del ganado y el óxido nitroso procedente del estiércol.
Los autores del ILRI expresan su preocupación por el hecho de que la creciente producción ganadera, que se debe al aumento de la demanda de leche y carne en los países en vías de desarrollo, pueda seguir agravando el nivel de las emisiones.
El profesor Thornton y su colaborador en el ILRI, el Dr. Mario Herrero, apuntan a alternativas ya disponibles que podrían evitar la producción de hasta 417 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) por parte del ganado de los países tropicales en los próximos 20 años. Se trata de un volumen nada desdeñable que equivaldría al 7% de las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes del ganado de todo el mundo. Además, los investigadores señalan que un menor consumo de leche y carne contribuiría en gran medida al almacenamiento de carbono en el planeta.
Más de 500 millones de ganaderos de países tropicales tendrían que aplicar recortes, pero los autores afirman que podría animarse a estos productores de renta baja a adoptar prácticas más favorables para el medio ambiente y para nuestras vidas.
«Un incentivo útil sería permitir que estos ganaderos vendieran los ahorros conseguidos en forma de créditos en los mercados mundiales de carbono», apuntó el profesor Thornton. «Según nuestros cálculos, a 20 dólares [16 euros] por tonelada, que era la cotización del carbono la semana pasada en la Bolsa Europea del Clima [ECX], con el carbono ahorrado los ganaderos pobres del trópico podrían conseguir unos ingresos anuales por valor de 1.300 millones de dólares.»
No se espera que estos cobros aumenten sustancialmente la renta de los ganaderos, pero sí que ayuden a disuadir a los más pequeños que puedan estar planteándose un incremento de su producción.
La introducción de cambios en las prácticas de producción, como el uso de hierbas de pasto más nutritivas, la recuperación de tierras de pasto degradadas, la plantación de árboles y la administración de suplementos dietéticos a los animales, contribuiría a reducir a más velocidad las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con el ganado.
En alusión al hincapié que hace el estudio sobre los países tropicales, el Dr. Herrero explicó: «Queríamos analizar el impacto en los países tropicales porque se encuentran en el epicentro de una revolución ganadera. Prevemos que para 2050 el consumo de leche y carne casi se habrá duplicado en el mundo en vías de desarrollo. Por ello es imprescindible adoptar desde ya métodos sostenibles que frenen y disminuyan los efectos perniciosos de la producción ganadera y que, además, permitan a estos países disfrutar de las ventajas derivadas, como una mejor nutrición y mayores ingresos para quienes se dedican a la ganadería.»
Por su parte, Carlos Seré, director general del ILRI, subrayó que este estudio ayudará a que el debate se centre menos en la influencia del ganado en el cambio climático y más en las formas de mitigar los efectos medioambientales del incremento de la producción.
En su opinión, «hoy en día se tiende simplemente a culpar al ganado del cambio climático, pasando por alto su gran importancia, sobre todo para los ganaderos pobres de los países en desarrollo».
«Estas medidas de ganadería, sencillas desde el punto de vista tecnológico, podrían influir notablemente en el proceso de acumulación de gases de efecto invernadero y también generar ingresos para los ganaderos de menor renta», explicó uno de los autores del estudio, el profesor Philip Thornton, asociado al ILRI y a la Universidad de Copenhague (Dinamarca).
Las empresas del sector de la ganadería son responsables del 18% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Estas emisiones se deben a la deforestación que tiene lugar en diversos países tropicales con el fin de cultivar la tierra con pastos y piensos, así como a las propias emisiones de metano del ganado y el óxido nitroso procedente del estiércol.
Los autores del ILRI expresan su preocupación por el hecho de que la creciente producción ganadera, que se debe al aumento de la demanda de leche y carne en los países en vías de desarrollo, pueda seguir agravando el nivel de las emisiones.
El profesor Thornton y su colaborador en el ILRI, el Dr. Mario Herrero, apuntan a alternativas ya disponibles que podrían evitar la producción de hasta 417 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) por parte del ganado de los países tropicales en los próximos 20 años. Se trata de un volumen nada desdeñable que equivaldría al 7% de las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes del ganado de todo el mundo. Además, los investigadores señalan que un menor consumo de leche y carne contribuiría en gran medida al almacenamiento de carbono en el planeta.
Más de 500 millones de ganaderos de países tropicales tendrían que aplicar recortes, pero los autores afirman que podría animarse a estos productores de renta baja a adoptar prácticas más favorables para el medio ambiente y para nuestras vidas.
«Un incentivo útil sería permitir que estos ganaderos vendieran los ahorros conseguidos en forma de créditos en los mercados mundiales de carbono», apuntó el profesor Thornton. «Según nuestros cálculos, a 20 dólares [16 euros] por tonelada, que era la cotización del carbono la semana pasada en la Bolsa Europea del Clima [ECX], con el carbono ahorrado los ganaderos pobres del trópico podrían conseguir unos ingresos anuales por valor de 1.300 millones de dólares.»
No se espera que estos cobros aumenten sustancialmente la renta de los ganaderos, pero sí que ayuden a disuadir a los más pequeños que puedan estar planteándose un incremento de su producción.
La introducción de cambios en las prácticas de producción, como el uso de hierbas de pasto más nutritivas, la recuperación de tierras de pasto degradadas, la plantación de árboles y la administración de suplementos dietéticos a los animales, contribuiría a reducir a más velocidad las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con el ganado.
En alusión al hincapié que hace el estudio sobre los países tropicales, el Dr. Herrero explicó: «Queríamos analizar el impacto en los países tropicales porque se encuentran en el epicentro de una revolución ganadera. Prevemos que para 2050 el consumo de leche y carne casi se habrá duplicado en el mundo en vías de desarrollo. Por ello es imprescindible adoptar desde ya métodos sostenibles que frenen y disminuyan los efectos perniciosos de la producción ganadera y que, además, permitan a estos países disfrutar de las ventajas derivadas, como una mejor nutrición y mayores ingresos para quienes se dedican a la ganadería.»
Por su parte, Carlos Seré, director general del ILRI, subrayó que este estudio ayudará a que el debate se centre menos en la influencia del ganado en el cambio climático y más en las formas de mitigar los efectos medioambientales del incremento de la producción.
En su opinión, «hoy en día se tiende simplemente a culpar al ganado del cambio climático, pasando por alto su gran importancia, sobre todo para los ganaderos pobres de los países en desarrollo».
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