N
ormalmente, en las hormigas, cuatro factores determinan la división del trabajo entre los individuos de la colonia.
En primer lugar, está la genética. Dependiendo de su linaje genético, algunas obreras están mejor predispuestas a ejecutar una cierta tarea.
Además, está la morfología: Por ejemplo, las obreras pequeñas se encargarán de cuidar a los individuos más jóvenes, mientras que las hormigas soldado, mucho más grandes, defenderán la colonia.
La edad es también un factor determinante: En general, el sujeto joven permanece en el hormiguero, realizando labores de mantenimiento y de nodriza, mientras los de más edad salen a buscar alimentos o a combatir.
Por último, están las relaciones de dominancia, porque en algunas especies, las obreras luchan por el derecho a la reproducción. En ese caso, las hormigas dominantes se quedan en el nido para poner huevos, y las sometidas tienen que salir fuera a buscar comida.
Para estudiar el papel de la experiencia individual adquirida por cada individuo en la división del trabajo, esos cuatro factores conocidos tenían que ser excluidos. Los investigadores encontraron la especie ideal para esto: Cerapachys biroi, que se reproduce por partenogénesis, o sea, asexualmente.
Los individuos de esta especie son todos clones entre sí, lo que elimina la variación genética y la morfológica como factores de división de labores. Además, como carecen de reina y de jerarquía, la dominancia no cuenta.
Por último, estas hormigas tienen un peculiar ciclo reproductivo de dos fases. Durante la primera, se dedican a buscar comida para sus larvas. Cuando éstas maduran, entran en la etapa de crisálida, y esto sirve de señal para el inicio de la segunda fase. En ésta, las obreras se reúnen dentro del hormiguero para poner huevos. Cuando éstos se abren y salen las nuevas larvas, la fase de forrajeo comienza de nuevo. De modo que es muy fácil obtener grupos de individuos de la misma edad, lo que elimina la incidencia del último factor conocido para determinar la división de labores, el de las diferencias de edad.
Los investigadores trabajaron con grupos de individuos jóvenes de la misma edad, tamaño y genotipo en el laboratorio.
Estudiaron los efectos de la experiencia sobre la especialización de las hormigas marcándolas con pintura para distinguir los individuos.
Durante una fase completa de búsqueda de alimentos, cuando las obreras salieron del hormiguero, los etólogos pusieron una mitad de los individuos (siempre los marcados) en una área con comida, y la otra en un área desprovista de ella.
Durante la siguiente fase de forrajeo, un mes más tarde, la primera mitad del grupo se había especializado en la búsqueda de alimentos. En cambio, las hormigas que no habían tenido éxito buscando comida habían pasado a la labor de cuidar de las crías dentro del hormiguero. Conclusión: en este caso, las experiencias de cada individuo le orientan hacia una tarea social particular. La historia individual desempeña un papel relevante en la organización de las sociedades de insectos.
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