La superficie de este satélite natural está compuesta principalmente de hielo, así que es plausible pensar que el agua de los chorros de vapor pudieran proceder de la sublimación de ese hielo superficial. Sin embargo, la presencia de partículas de sal indica que lo más probable es que proceda de algún océano subterráneo. Cuando el agua se congela expulsa la sal y deja agua casi pura en el hielo. Si los chorros procedieran del hielo de la superficie contendrían muy poca sal.
Ya en 2009 se descubrió la presencia de sal en el anillo exterior E de Saturno que podría proceder de los chorros de Encelado, pero no había pruebas importantes que permitieran esa conexión. La presencia de agua líquida subterránea se ha podido confirmar ahora.
Un estudio reciente de los datos recolectados durante estos años con los instrumentos de Cassini se ha centrado en la composición de las partículas eyectadas por Encelado. Cada vez que la nave hizo un sobrevuelo sobre Encelado se hicieron análisis directos de las partículas de los chorros.
El análisis del Cosmic Dust Analyser, o analizador de polvo cósmico, opera del siguiente modo. Las partículas o cristales de hielo chocan contra los instrumentos de Cassini evaporándose al instante (llevan velocidades relativas de entre 23.000 y 63.000 km/s) y crean una nube, entonces el campo eléctrico del instrumento separa los constituyentes generados por el impacto y los analiza.
Los datos sugieren que el agua procede de una capa entre el interior rocoso y el manto del satélite a 80 km de profundidad. El agua se mantendría líquida gracias al calor generado por las fuerzas de marea y por el decaimiento de sustancias radiactivas. El agua, al estar en contacto con las rocas, disuelve las sales presentes en ellas y arrastra estos compuestos cuando escapa a través de las grietas de la corteza, en donde sale al espacio. Se calcula que Encelado pierde 200 kg de vapor de agua cada segundo a través de este mecanismo. La potencia energética implicada en todo este proceso es de unos 16 Gw. Una vez en el espacio vacío, el agua se evapora debido a la baja presión, dejando atrás granos ricos en sales. Son estos granos ricos en sal los que se han analizado. El espectrógrafo ultravioleta de Cassini ha obtenido datos complementarios que también apoyan la presencia de un océano interior.
Los cristales de hielo que se forman vuelven a caer sobre la superficie de esta luna. Se calcula que se han ido apilando capas de hielo sobre la superficie hasta conseguirse un grosor de 125 m. El ritmo de acumulación es de 1 mm cada 1.500 años por lo que los chorros han estado activos unas decenas de millones de años como mínimo.
Este resultado es interesante a la hora de buscar sitios en el Sistema Solar que sean propicios para la vida. Una masa de agua líquida y salada parece lo suficientemente hospitalaria para la vida. Según los participantes en una reunión celebrada recientemente en el instituto SETI, Encelado es el lugar del Sistema Solar más propicio para la vida fuera del la Tierra.
Se ha propuesto una misión para estudiar este satélite de Saturno, aunque no se espera su llegada hasta los años treinta de este siglo y sólo si se aprovecha una ventana temporal para que Júpiter proporcione la necesaria asistencia gravitatoria. La idea es que se analicen posibles biomarcadores en los chorros, como ratios inusuales entre carbono 13 y 14 o el predominio de aminoácidos levógiros o dextrógiros.
Aunque la fotosíntesis no es posible en el interior de Encelado, quizás haya seres quimiosintéticos viviendo del hidrógeno y produciendo metano. El metano sería reciclado en procesos geológicos.
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