Los autores postulan que la desaparición de hielo polar habría facilitado el paso de esta planta microscópica desde el Pacífico a través del Océano Ártico, al haber dejado paso franco a esta diminuta alga por el Polo Norte.
Pese a servir como fuente de alimento, los ecologistas no son optimistas ante su retorno. Temen que cualquier cambio en la base de la cadena trófica marina acabe por perjudicar a la flora y la fauna del Atlántico.
Científicos de la Fundación de Oceanografía Sir Alister Hardy (SAHFOS, Reino Unido) advierten que «este desplazamiento geográfico podría alterar la biodiversidad y el funcionamiento de los ecosistemas marinos del Ártico y del Atlántico Norte».
También destacan que la migración de N. seminae coincide con la llegada en 2010 de una ballena gris del Pacífico avistada cerca de las costas de Israel y también de España. Se trata de una ballena extinta en el Atlántico desde hace 300 años, probablemente por efecto de una caza excesiva. Los entendidos opinan que la menor cantidad de hielo en el Ártico habría permitido a la ballena cruzar del Pacífico al Atlántico Norte y desde allí llegar hasta el Mediterráneo.
Esta información se desprende de una serie de informes acerca de las alteraciones que se están produciendo en la flora y fauna marinas del Atlántico Norte a raíz del cambio climático; CLAMER se dedica a recopilar y catalogar los hallazgos correspondientes.
En concreto, el equipo del proyecto se dedica a compilar los resultados de casi trescientos proyectos de investigación financiados por la UE sobre cambio climático realizados a lo largo de un periodo de trece años en las aguas litorales y oceánicas de Europa así como en el Mar Mediterráneo, Mar Báltico y Mar Negro.
«Estas migraciones constituyen un ejemplo de cómo el cambio de las condiciones climáticas obliga a distintas especies a desplazarse o a modificar su comportamiento, lo cual provoca las alteraciones ecosistémicas que están saliendo a la luz actualmente», explicó Carlo Heip, director general del Real Instituto de Investigación Marina de los Países Bajos (NIOZ) y coordinador del proyecto CLAMER.
Actualmente SAHFOS, asociada a CLAMER, documenta los cambios en el plancton por medio del programa Registrador Continuo de Plancton (CPR), la exploración biológica marina más extensa del planeta desde el punto de vista geográfico.
Sus datos ponen de relieve los cambios sufridos por otros animales diminutos, como los llamados copépodos, los cuales hacen peligrar el suministro de alimentos para especies ictiológicas como las de bacalao, arenque y caballa. El equipo científico considera que los cambios en la flora planctónica «guardan relación con el declive de algunas poblaciones de peces» y de algunas aves del Mar del Norte que se alimentan de éstas.
Diversos estudios demuestran que probablemente las alteraciones en la composición de la vida marina sean de signo desigual. Algunas especies podrían resultar perjudicadas, mientras que otras podrían salir beneficiadas y registrar un incremento de su biodiversidad y productividad.
«Pero la mayoría de los impactos son tan claramente negativos, y la magnitud de los cambios puede llegar a ser tan inmensa que, en conjunto, envían señales de alerta incuestionables», apuntó el Dr. Heip.
Los socios de CLAMER proceden de Bélgica, Dinamarca, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Países Bajos, Noruega, España y Reino Unido.
Pese a servir como fuente de alimento, los ecologistas no son optimistas ante su retorno. Temen que cualquier cambio en la base de la cadena trófica marina acabe por perjudicar a la flora y la fauna del Atlántico.
Científicos de la Fundación de Oceanografía Sir Alister Hardy (SAHFOS, Reino Unido) advierten que «este desplazamiento geográfico podría alterar la biodiversidad y el funcionamiento de los ecosistemas marinos del Ártico y del Atlántico Norte».
También destacan que la migración de N. seminae coincide con la llegada en 2010 de una ballena gris del Pacífico avistada cerca de las costas de Israel y también de España. Se trata de una ballena extinta en el Atlántico desde hace 300 años, probablemente por efecto de una caza excesiva. Los entendidos opinan que la menor cantidad de hielo en el Ártico habría permitido a la ballena cruzar del Pacífico al Atlántico Norte y desde allí llegar hasta el Mediterráneo.
Esta información se desprende de una serie de informes acerca de las alteraciones que se están produciendo en la flora y fauna marinas del Atlántico Norte a raíz del cambio climático; CLAMER se dedica a recopilar y catalogar los hallazgos correspondientes.
En concreto, el equipo del proyecto se dedica a compilar los resultados de casi trescientos proyectos de investigación financiados por la UE sobre cambio climático realizados a lo largo de un periodo de trece años en las aguas litorales y oceánicas de Europa así como en el Mar Mediterráneo, Mar Báltico y Mar Negro.
«Estas migraciones constituyen un ejemplo de cómo el cambio de las condiciones climáticas obliga a distintas especies a desplazarse o a modificar su comportamiento, lo cual provoca las alteraciones ecosistémicas que están saliendo a la luz actualmente», explicó Carlo Heip, director general del Real Instituto de Investigación Marina de los Países Bajos (NIOZ) y coordinador del proyecto CLAMER.
Actualmente SAHFOS, asociada a CLAMER, documenta los cambios en el plancton por medio del programa Registrador Continuo de Plancton (CPR), la exploración biológica marina más extensa del planeta desde el punto de vista geográfico.
Sus datos ponen de relieve los cambios sufridos por otros animales diminutos, como los llamados copépodos, los cuales hacen peligrar el suministro de alimentos para especies ictiológicas como las de bacalao, arenque y caballa. El equipo científico considera que los cambios en la flora planctónica «guardan relación con el declive de algunas poblaciones de peces» y de algunas aves del Mar del Norte que se alimentan de éstas.
Diversos estudios demuestran que probablemente las alteraciones en la composición de la vida marina sean de signo desigual. Algunas especies podrían resultar perjudicadas, mientras que otras podrían salir beneficiadas y registrar un incremento de su biodiversidad y productividad.
«Pero la mayoría de los impactos son tan claramente negativos, y la magnitud de los cambios puede llegar a ser tan inmensa que, en conjunto, envían señales de alerta incuestionables», apuntó el Dr. Heip.
Los socios de CLAMER proceden de Bélgica, Dinamarca, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Países Bajos, Noruega, España y Reino Unido.
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