El trabajo se basa en simulaciones por ordenador de la química oceánica con niveles de CO2 atmosférico a partir del preindustrial de 280 partes por millón (ppm). Los niveles actuales ya son de 380 ppm y crecen con rapidez debido a la aceleración de las emisiones producidas por las actividades humanas, fundamentalmente por la quema de combustibles fósiles.
Alrededor de un tercio del dióxido de carbono liberado en la atmósfera es absorbido por los océanos, lo que ayuda a retardar el progreso del efecto invernadero, pero es un gran contaminante de los océanos. El CO2 absorbido produce ácido carbónico, haciendo que ciertos minerales ricos en carbonatos se disuelvan más deprisa en el agua de mar. Esto es especialmente evidente para la aragonita, el mineral utilizado por los corales y muchos otros organismos marinos en la formación de sus esqueletos.
Antes de la revolución industrial, más del 98 por ciento de los arrecifes de coral de aguas cálidas eran bañados con aguas de mar abierto, 3,5 veces supersaturadas con aragonita, lo que significa que los corales podían extraer con facilidad el mineral para construir los arrecifes. Pero si el CO2 atmosférico se estabiliza en 550 ppm, e incluso eso exigiría un esfuerzo internacional concertado para lograrlo, ningún arrecife de coral existente sobrevivirá en tal ambiente. Los cambios químicos impactarán en algunas regiones antes que en otras. Los mayores riesgos están en la Gran Barrera de Coral y en el Mar Caribe.
Los efectos químicos del dióxido de carbono en el océano son básicamente independientes de sus efectos en el clima, por lo que las medidas destinadas a reducir las emisiones con el propósito de mitigar el calentamiento serán de poca ayuda para retardar la acidificación. De hecho, los cambios químicos que nos amenazan pueden requerir cortes de las emisiones aún más drásticos que los necesarios exclusivamente para el clima.
"Estos cambios vienen en un momento en que los arrecifes ya están bajo una fuerte presión por el cambio climático, la pesca excesiva y otros tipos de contaminación", advierte el químico oceanógrafo Ken Caldeira. "A menos que entremos pronto en acción, hay una posibilidad muy real de que los arrecifes de coral, y todo lo que depende de ellos, no sobrevivan a este siglo".
Alrededor de un tercio del dióxido de carbono liberado en la atmósfera es absorbido por los océanos, lo que ayuda a retardar el progreso del efecto invernadero, pero es un gran contaminante de los océanos. El CO2 absorbido produce ácido carbónico, haciendo que ciertos minerales ricos en carbonatos se disuelvan más deprisa en el agua de mar. Esto es especialmente evidente para la aragonita, el mineral utilizado por los corales y muchos otros organismos marinos en la formación de sus esqueletos.
Antes de la revolución industrial, más del 98 por ciento de los arrecifes de coral de aguas cálidas eran bañados con aguas de mar abierto, 3,5 veces supersaturadas con aragonita, lo que significa que los corales podían extraer con facilidad el mineral para construir los arrecifes. Pero si el CO2 atmosférico se estabiliza en 550 ppm, e incluso eso exigiría un esfuerzo internacional concertado para lograrlo, ningún arrecife de coral existente sobrevivirá en tal ambiente. Los cambios químicos impactarán en algunas regiones antes que en otras. Los mayores riesgos están en la Gran Barrera de Coral y en el Mar Caribe.
Los efectos químicos del dióxido de carbono en el océano son básicamente independientes de sus efectos en el clima, por lo que las medidas destinadas a reducir las emisiones con el propósito de mitigar el calentamiento serán de poca ayuda para retardar la acidificación. De hecho, los cambios químicos que nos amenazan pueden requerir cortes de las emisiones aún más drásticos que los necesarios exclusivamente para el clima.
"Estos cambios vienen en un momento en que los arrecifes ya están bajo una fuerte presión por el cambio climático, la pesca excesiva y otros tipos de contaminación", advierte el químico oceanógrafo Ken Caldeira. "A menos que entremos pronto en acción, hay una posibilidad muy real de que los arrecifes de coral, y todo lo que depende de ellos, no sobrevivan a este siglo".
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