Un gran rey cruzaba el desierto y lo seguían sus ministros. De
pronto uno de sus camellos volcó, rompiéndose el baúl que cargaba.
Una lluvia de joyas, perlas preciosas y diamantes cayó sobre la
arena. El rey dijo entonces a los ministros:
-"Yo sigo adelante, ustedes pueden quedarse aquí y todo lo que
recojan será de ustedes".
Durante media hora el rey pensó estar viajando solo y cuando miró
atrás se da cuenta de que viene uno de sus ministros. El rey le
pregunta: "¿Qué no te importan las perlas y los diamantes?; Podrías
ser rico toda tu vida".
A lo que el ministro responde: "Me importa más mi rey que las cosas
de mi rey".
¡Ama a Dios sobre todas las cosas!… Deuteronomio 6,5 – Mateo
22,34 – 1ra. Juan 4,19.
Cuán fácil es perder de vista el objetivo primordial de llegar a
conocer a Dios personalmente, y dejarlo de lado por estar sumidos en
todas las cosas de Dios… pero sin Él.
No perdamos la riqueza de compartir con Dios por quedarnos
recogiendo bienes que a la larga no son más que pasajeros.
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