-Cierto día una luciérnaga paseaba de lo mas tranquila por el bosque, cuando de repente una serpiente se la quiso devorar.
La luciérnaga empezó a volar lo mas rápido que podía
y la serpiente la seguía y la seguía, aquí, allá y en todas partes.
Cada que la luciérnaga intentaba alzar nuevamente el vuelo la serpiente aparecía de la nada, como si día y noche vigilara a la pobre luciérnaga.
Y así pasaron los días hasta que la luciérnaga cansada de ser perseguida se detuvo y le dijo a la serpiente:
-Esta bien señora serpiente, usted gana. Pero antes de ser comida por usted quisiera saber porque me quiere devorar si yo no pertenezco a su cadena alimenticia, mucho menos recuerdo haber hecho algo que la molestara.
Entonces la serpiente visiblemente enojada le dijo: -Es verdad tu nunca me haz hecho nada y mucho menos me sabrías a nada en la boca, pero me molesta mucho que tengas luz propia, me enoja verte brillar.
-Así como la luciérnaga de este cuento muchos tenemos luz propia y día a día nos dejamos vencer por quienes creemos que son mas fuertes que nosotros.
¡No seas como la luciérnaga que dejo apagar su luz solo porque a otros no les gusta verte brillar, pero tampoco seas como la serpiente que te moleste ver como otros triunfan mejor crea LUZ PROPIA!
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