Utilizando un modelo matemático desarrollado por el profesor John McNamara de la Universidad de Bristol, el equipo de investigación adaptó la teoría para que los jugadores tuvieran alguna variación en sus personalidades, y para permitir que pudieran monitorizar las tendencias cooperativas de los demás a medida que avanzaba el juego.
Utilizando esta nueva variación del juego, los investigadores encontraron que la observación del comportamiento de los demás originó individuos que eran socialmente más conscientes, lo que a su vez exageró los rasgos de personalidad de ambos jugadores. Algunos se volvieron más cooperativos, porque se dieron cuenta del impacto que tenían sus decisiones en su reputación, mientras otros se volvieron menos cooperativos y se aprovecharon de individuos crédulos para beneficio personal.
En términos evolutivos, ésta es una tendencia que se autoperpetúa: La variación engendra más variación, aumentando la brecha entre quienes confían y cooperan, y quienes se aprovechan de los individuos crédulos.
El modelo mostró un bucle de "realimentación positiva" en el cual la variación promueve concienciación social, lo cual favorece una mayor divergencia de personalidades, manteniendo la necesidad de la concienciación social. En otras palabras, debido a que las personas actúan de formas tan diferentes, necesitamos información para decidir si confiamos o no en ellas. Esto promueve una gama realmente diversa de respuestas que, a su vez, hace que la concienciación social sea aún más importante.
Aunque el modelo se centra en individuos, los resultados tienen implicaciones para comprender sociedades enteras. También son importantes porque ofrecen una explicación sobre por qué la variación de personalidades ha evolucionado en los seres humanos y en otras especies sociales.
Utilizando esta nueva variación del juego, los investigadores encontraron que la observación del comportamiento de los demás originó individuos que eran socialmente más conscientes, lo que a su vez exageró los rasgos de personalidad de ambos jugadores. Algunos se volvieron más cooperativos, porque se dieron cuenta del impacto que tenían sus decisiones en su reputación, mientras otros se volvieron menos cooperativos y se aprovecharon de individuos crédulos para beneficio personal.
En términos evolutivos, ésta es una tendencia que se autoperpetúa: La variación engendra más variación, aumentando la brecha entre quienes confían y cooperan, y quienes se aprovechan de los individuos crédulos.
El modelo mostró un bucle de "realimentación positiva" en el cual la variación promueve concienciación social, lo cual favorece una mayor divergencia de personalidades, manteniendo la necesidad de la concienciación social. En otras palabras, debido a que las personas actúan de formas tan diferentes, necesitamos información para decidir si confiamos o no en ellas. Esto promueve una gama realmente diversa de respuestas que, a su vez, hace que la concienciación social sea aún más importante.
Aunque el modelo se centra en individuos, los resultados tienen implicaciones para comprender sociedades enteras. También son importantes porque ofrecen una explicación sobre por qué la variación de personalidades ha evolucionado en los seres humanos y en otras especies sociales.
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